EL nacionalismo saharaui y la creación del Frente Polisario

 



Por Jorge Alejandro Suárez Saponaro

Director de Diario El Minuto para Argentina

           

Contexto histórico político previo a la creación del Frente Polisario

Entre los años 1970 y 1973 surgió el movimiento nacionalista saharaui. Esto fue consecuencia de la política española de impulsar un régimen de autonomía controlada, agregándose la situación de Marruecos, que vivía los llamados años de plomo, en manos del siniestro general Ufkir.  La política de Rabat, por otro lado, generaba un hondo rechazo en gran parte de la población saharaui, dado que no tenía lazo alguno con Marruecos, como reconocería la Corte Internacional de Justicia en su histórico dictamen de 1975.  En aquellos años surgieron, distintos referentes del movimiento nacionalista, como el caso de El Uali Mustafá Sayed, exiliado en aquellos años en Argelia, donde el proceso político de aquel país sin ninguna duda tuvo una fuerte influencia en los fundadores del Frente Polisario. En España no se conocía los alcances de este movimiento, no obstante, la presencia de estudiantes saharauis, futuros cuadros del Polisario, que a pesar de estar sujetos siempre a una discreta vigilancia policial, ni siquiera fueron percibidos por los movimientos opositores al régimen franquista. Recién en 1975 cuando el Polisario publicó un comunicado conjunto con la organización armada FRAP. El Partido Comunista Español, descubrió  la existencia de un “movimiento nacional autónomo”.

 

La desaparición de Bassiri en 1970, provocó la reacción de las autoridades de Madrid, Funcionarios del gobierno español, viajaron al Sahara, entre ellos los ministros de Obras Públicas, y de Vivienda. Donde una vez más, los saharauis escucharon de los políticos españoles, las promesas de respetar el derecho a la autodeterminación.

 


En 1972 un grupo de estudiantes en Rabat, gestaron un movimiento nacionalista,  que rápidamente buscó el apoyo de los países árabes. En aquella manifestación política sobresalía, El Uali Mustafá Sayed.  Solo acudieron al pedido de aquel grupo, los gobiernos de Argelia y Libia, especialmente desde el punto de vista moral, más que material. Por lo tanto, los recursos para dar inicio a la lucha anticolonial, dependería de los magros ingresos de la militancia saharaui. El llamado Movimiento Embrionario contactó a otros grupos nacionalistas y llevó a cabo una serie de reuniones secretas en el desierto, a fin de no ser descubiertos por los servicios de inteligencia españoles. A fines de abril de aquel año, los nacionalistas en una conferencia acordaron la creación de una organización político – militar para llevar a cabo la lucha contra el dominio colonial. Esto fue el germen de lo que más adelante sería conocido como Frente Popular de Saguía el Hamra y el Río de Oro, el Frente Polisario.  Ese mismo año viajó al Sahara Español, el 16 de enero de 1972 el ministro de Asuntos Exteriores, López Bravo, quién expresó en su momento “Este territorio y sus riquezas son saharauis y nada más que saharauis, y por, lo tanto, nosotros nunca podremos disponer de él, ni de ellas, más que cumpliendo un mandato de sus legítimos propietarios

 

La cumbre de la Organización de la Unidad Africana, realizada en Rabat también realizada en 1972, instó a que los Estados miembros, intensificasen sus esfuerzos para obligar a España a respetar y aplicar las resoluciones de la ONU, respecto al Sahara Occidental. En dicha cumbre hubo un acercamiento entre Argelia y Marruecos, donde fueron firmados acuerdos sobre fronteras y la explotación común de ciertos yacimientos mineros. También mejoraron las relaciones con Mauritania. Esto se tradujo en una presentación conjunta por parte de los embajadores argelino y mauritano, en Madrid, para que fueran atendidos los pedidos de Rabat sobre la cuestión saharaui. Mientras tanto España siguió con su torpe política de “maniobras dilatorias”.  Madrid, a fin de no llevar a cabo el referéndum de autodeterminación, sobre el cual había un temor reverencial por sus consecuencias, señalaba que no había un censo fiable, a pesar de ofrecer garantías para llevarlo a cabo. En otras palabras, la política española hacia el Sahara estaba llena de contradicciones, fruto de las opiniones divididas en el seno del propio gobierno, respecto al futuro de los saharauis y los intereses hispanos en el Magreb.  En este marco de contradicciones, y con fines netamente disuasivos ante la creciente presión de Argelia, Mauritania y Marruecos respecto al Sahara Español, la presencia militar hispana, creció notablemente, aunque oficialmente era para proteger los intereses españoles respecto a las valiosas minas de fosfato. Curiosamente, en vez de generar tensiones con la población local, trajo como aparejado el impulso de la economía.

Carrero Blanco y Franco 

 

El intento de asesinato de Hassan II en 1972, impulsó al monarca alauita a incrementar la exacerbación nacionalista de la población, en un intento de consolidar su propia posición. En este contexto Marruecos extendió sus espacios marítimos a 70 millas, de manera unilateral, y sin negociación con España. La respuesta de Madrid fue la renovación de la Asamblea General del Sahara o Yemaá en 1973, en un intento de demostrar el control político sobre la población saharaui, y cuyo destino, la última palabra, la tendría España. También en ese año llegó a la presidencia de gobierno, un hombre de extrema confianza de Franco, el almirante Carrero Blanco. En ese mismo año se formalizó la primera exportación a Japón de 7.100 toneladas de fosfato. Todavía las instalaciones no habían sido terminadas, pero perfilaba en un futuro no muy lejano como un complejo con un gran potencial. A ello se unió el alza del precio del producto, lo que transformaba en una atractiva fuente de empleo. Cuando España abandonó el Sahara, la capital del territorio, El Aaiún tenía 42.000 habitantes, de los cuales, 10.000 eran empleados de Fosbucraa y sus familias.  La empresa se caracterizaba por pagar buenos salarios y ofrecer a técnicos y personal jerárquico diversas ventajas en materia de dinero y vivienda.  El lucrativo negocio del fosfato coincidió con instrucciones dadas por la Dirección General del Sahara para mejorar la calidad de vida de los habitantes europeos y nativos, que se tradujo en inversiones en materia de educción y obras públicas diversas. La principal falencia en esta política, fue la escasa inversión para formar cuadros profesionales locales. Ejemplo de ello, las dificultades de contratar médicos, por razones salariales y culturales, recayendo la labor de prestar servicio de salud, al sistema de sanidad militar del Ejército español. Al fin de cuentas, el gobierno colonial español, era en la práctica un gobierno militar, dado que todos los puestos más relevantes, estaban en manos de militares en actividad, comenzando por el gobernador, que era un general en actividad.  A pesar de los esfuerzos del gobierno colonial, con la mejora de los servicios básicos, subsidios, generación de empleo y obras públicas, los reclamos de los saharauis fueron creciendo, especialmente al consolidarse la idea de independencia, especialmente en los centros urbanos.

 

En febrero de 1973 la Asamblea del Sahara o Yemaá, envió una nota al Generalísimo. En ese momento estaba presidida por un personaje ambicioso, El Jatri, todavía manejable en apariencia, por parte de las autoridades coloniales. En su contenido, no hablaba expresamente de autodeterminación, pero si del derecho del pueblo saharaui a elegir su propio futuro, de seguridad e integridad del territorio y población, como de buenas relaciones con los españoles y dejaba entrever la idea de un Estado asociado, que se concretaría por medio de un referéndum.  La respuesta de Franco llegó en el mes de septiembre, con una declaración de principios en la cual el Estado español reconoció el pueblo saharaui es el único dueño de su destino. En la respuesta Franco, señalaba que España, garantizaba la integridad territorial del Sahara; el respeto que el pueblo saharaui podrá decidir sobre su destino cuando lo solicite; y la propiedad de los recursos del territorio por parte del pueblo saharaui. Esta declaración de principios poco tiempo después se transformaría en letra muerta. Los gobernantes españoles, permeables a la presión militar y diplomática de Rabat se olvidaron pronto rápidamente de las promesas hechas a los saharauis. Marruecos ante la posibilidad de un referéndum de autodeterminación, decidió presionar aún más adoptando una estrategia cada día más agresiva hacia Madrid, actuando esta vez, en coordinación con Mauritania. La torpeza de Madrid continuó y no adoptó medidas para una salida que beneficiara tanto a los saharauis como a España. A pesar de lo sucedido con Bassiri, todavía había una salida política, pero existían posturas irreductibles en el gobierno. Carrero Blanco mantenía la misma línea que el gobierno salazarista portugués, que se negaba a descolonizar sus posesiones africanas. En el gobierno, el ministro López Bravo ante la creciente agresividad de Rabat, proponía una serie de acciones para frenar a Hassan II. El temor del Régimen era que dicho monarca cayera y Marruecos quedará en manos de un gobierno filo comunista y lanzara a una aventura expansionista, obligando a España a una guerra con derivaciones políticas impredecibles. Observando las actitudes del Régimen, se puede apreciar, no solo que estaba desgastado, por la edad de Franco, sino que carecía de una estrategia clara y ello sin ninguna duda obedecía a cuestiones propias del sistema franquista y una inteligencia estratégica que tuvo serias fallas. A diferencia de su oponente no sabía explotar las coyunturas favorables, no obstante, la abundante información obtenida desde diversas fuentes. Lecturas erróneas de situaciones, personajes, unido a la infiltración marroquí a través de un poderoso lobby, tuvieron sus consecuencias en la toma de decisiones que llevaría a la prácticamente huida de España del Sahara.

 

El Uali Mustafa Sayed 

El líder de este movimiento nacionalista, El Uali Mustafá Sayed (Luali o Luley) brillante estudiante de ciencias políticas y derecho de la Universidad de Rabat, quien según nos dice Bernabé López publicó un artículo en 1971 en la revista cultural de izquierdas Souffles – Anfas bajo el título “Nueva Palestina en tierras del Sahara”, sin hacer una defensa directa del derecho de autodeterminación del pueblo saharaui señalaba la existencia de un territorio en el comenzaba la aparición de una conciencia liberadora. El grupo que editaba la revista de tendencia maoísta era dirigida, por el poeta Abdellatif Laabi y el ingeniero de origen judío Abraham Serfaty (quién fue víctima de las políticas de represión del siniestro general Ufkir, ministro del Interior de Hassan II). 

 

El futuro presidente de la República Saharaui, había nacido en 1948 en el seno una familia nómada, en la localidad de Bir Lelhú. En sus primeros años de vida estudió en Tan Tan. Su talento e inteligencia le abrieron las puertas de la Universidad de Rabat en los años 60. Allí se puso en contacto con grupos nacionalistas, acercamiento que le costó la cárcel y el exilio, en atención que dichos grupos tenían simpatías con las ideas de izquierda y los movimientos revolucionarios de los años 60. En 1972, El Uali estando en Argelia, logró contactarse con líderes del FLN argelino. En ese año dejó sus estudios y comenzó a dedicarse de lleno a la lucha nacionalista, inspirado en los procesos políticos de Argelia y Libia.  El esfuerzo en una primera instancia se centró en buscar apoyo de manera infructuosa en distintos países árabes. Las buenas relaciones del Régimen español con el mundo árabe, impidió lograr encontrar ayuda material. En cambio, Libia, escuchó el pedido de los nacionalistas saharauis y les proporcionó armas y ayuda política.  En aquellos años el primer movimiento nacionalista creado en su momento, por el carismático Bassiri, fue duramente golpeado con su desaparición, en 1970. El movimiento pasó por un proceso de reorganización, llevando a cabo reuniones clandestinas en el Sahara, Marruecos, Argelia y Mauritania, cuyo nuevo líder era El Uali, gracias a su talento, inteligencia y carisma, se transformó en el sucesor natural de Bassiri.  A pesar de los escasos medios, tuvo la determinación de llevar dicho movimiento a la acción. Otro personaje singular en los primeros días de la historia del Frente Polisario, fue Brahim Ghali Ulad Mustafá, jefe del ala militar del Frente Polisario, germen del Ejército de Liberación Popular Saharaui (ELPS).  Este había sido cabo de la policía territorial y colaborador cercano de Bassiri. El nuevo comandante militar del Frente Polisario organizó su cuartel general en Bir Moghreim (el antiguo Fort Trinquet) en Mauritania, santuario tolerado por las autoridades de dicho país. Actitud que estaba directamente conectada con la idea de presionar la salida española del Sahara.

 

Arias Navarrro y Franco

En 1973, España sufrió un duro golpe, el asesinato del almirante Carrero Blanco en manos de los terroristas de ETA.  Franco tenía 81 años y la pérdida del almirante, sin ninguna duda lo impactó hondamente, dado que era su sucesor natural.  El viejo dictador, le costó tomar la decisión de reemplazar a Carrero, hombre de su entera confianza.  Finalmente llevó a la presidencia de gobierno a Arias Navarro, político ligado a la tesis entreguista. Este personaje había sido previamente Ministro de Gobernación (equivalente al ministro de interior) y ligado a las estructuras de seguridad interna, del cual era responsable. Rápidamente, Arias Navarro comenzó con varios cambios en el Consejo de Ministros, dando paso a políticos aperturistas y alejando a funcionarios ligados al fallecido almirante Carrero Blanco. En materia exterior, nombró un diplomático de carrera, Pedro Cortina Mauri, cuyo equipo se puso manos a la obra para tomar acciones concretas con el Sahara. La Revolución de los Claveles en Portugal generó serias inquietudes en el franquismo y dentro del ejército español, donde informes de inteligencia analizaron especialmente el descontento de los militares lusitanos por las guerras de ultramar, que terminó en la caída de la dictadura en Lisboa. La posibilidad de una guerra por el Sahara Español, era cierta, y sus derivaciones, tendrían impacto en la supervivencia o no del régimen franquista, y por ende era un llamado de alarma para los altos mandos españoles. Mientras tanto Arias, a pesar de algunos cambios meramente cosméticos, no adopto medidas de fondo, dado las internas dentro del Régimen y limitó su accionar al respaldo de Franco, que por su edad, mostraba serias limitaciones. En cuanto al Sahara, pareciera que en un principio, el nuevo gobierno tomó diversas medidas, en un intento de romper la parálisis y encargó un informe al titular de Asuntos Exteriores, en el cual se exploraban diversas opciones en torno a un mayor grado de autonomía para el territorio, la cuestión del Estatuto de Autonomía, retomando los trabajos de la comisión formada por los ministerios de Presidencia y Exteriores cuatro años antes.  En el marco de los estudios realizados, había una fuerte tendencia a la creación de un estado libre y asociado y se pensaba poner de nombre al flamante país Sahara Atlasi. Asimismo, el informe señalaba que era factible la cooperación de Mauritania y Argelia, mientras que Marruecos se opondría tenazmente a cualquier solución que no fuera la anexión, pero como contrapeso a esta actitud confiaba Exteriores la postura de Naciones Unidas, la de los dos vecinos magrebíes, que apoyarían la propuesta española sobre el Sahara, a través de ventajosos acuerdos económicos.  Finalmente jugaba un papel importante el acuerdo de cooperación militar con el futuro estado saharaui. Sin ninguna duda el gobierno español perdía el tiempo en cuestiones menores, cuando en realidad debía tomar acciones concretas, dado que el informe que solicitó Arias Navarro, no tenía nada de nuevo.  El entonces ministro secretario general del Movimiento, Carro, viajó en ese tiempo a visitar las instalaciones de Fosbucraa. En su paso por el territorio saharaui en marzo de 1974, no tomó contacto con jefes saharauis, ni con la Asamblea General. Solo se limitó a observar las infraestructuras mineras y realizar diversas inauguraciones de escuelas, una central de comunicaciones, etc.  El equipo que acompañó a Carro, se interesó especialmente en el potencial minero del Sahara. Se habló de la posible explotación de los yacimientos de hierro, cobre y oro cercanos a la frontera mauritana. Todo parecía que el territorio sería objeto de importantes inversiones y dado la riqueza minera, el gobierno en apariencia se inclinó por un régimen de autonomía, sin tener en cuenta el contexto regional y la presión internacional por la autodeterminación del territorio. La idea de no hablar de plazos, fue fatal.  No obstante, la realidad, el gobierno encargó a tres organismos la elaboración de un Estatuto de Autonomía, cuyo texto reconocía la separación del Sahara Atlántico y España, en calidad de potencia administradora y reconocía el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación e integridad territorial, además de reconocer como saharauis a los naturales del territorio, evitando cualquier tipo de maniobra que terceros actores, introdujeran grupos poblacionales con pretensiones políticas. Esto apuntaba a la propaganda marroquí que hablaba de 200.000 presuntos exiliados provenientes del Sahara Occidental. El régimen de autonomía citado, no preveía un gobierno propiamente saharaui, sino la participación de éstos y la iniciativa legislativa quedaba también limitada, especialmente al permitir al gobernador elegir parte de los integrantes de la asamblea. En otras palabras, cambiar para que nada cambie.  El Estatuto fue presentado a la Yemaa, que dio el visto bueno el 4 de julio de 1974 a dicho proyecto.  Los posibles cambios en el Sahara alarmaron a los marroquíes, porque al fin de cuentas, se abría paso a un escenario de autodeterminación en un tiempo no muy lejano.  La aprobación del texto del estatuto fue informado formalmente a los gobiernos de Argelia, Mauritania y Marruecos, quién reaccionó duramente. Hassan II amenazó directamente al gobierno de Arias Navarro y exigió que España se abstuviera de toda acción unilateral.  Los marroquíes concentraron sus fuerzas militares en las fronteras con el Sahara y los enclaves de Ceuta y Melilla. La situación militar española era complicada, los medios eran insuficientes, incluso fueron movilizadas fuerzas de la policía territorial. Pero las limitaciones logísticas de Marruecos y su inferioridad aérea, generó ciertas seguridades a los mandos en el Sahara. 

 


En estos tiempos difíciles, la enfermedad de Franco era manifiesta – corría el año 1975 - y esto impedía tomar decisiones importantes, dado que la última palabra la tenía en Generalísimo.  Situación que afectaba especialmente al presidente Arias, que no tomaba decisiones por respeto al dictador y pensando en su suerte, el día después de que Franco no estuviera. El 9 de julio de 1974 cuando Franco fue hospitalizado, el embajador español ante la ONU, Jaime De Piniés, presentó ante el Secretario General de dicha organización sus explicaciones sobre el despliegue militar marroquí, además hizo llegar sus impresiones sobre el Estatuto de autonomía, que consideraba que no aportaba nada y que servía a Marruecos para acusar a España de neocolonialismo. El titular de Exteriores convocó a De Piniés, a Madrid para intercambiar impresiones sobre el asunto. El Generalísimo sumamente enfermo delegaba en la figura del príncipe Juan Carlos de Borbón, la jefatura del Estado.  En julio De Piniés llegó a Madrid y solicitó acciones contundentes contra Marruecos y una posición clara en torno a la autodeterminación del Sahara.  Mientras tanto Hassan II lanzaba una importante ofensiva en el frente diplomático en Francia y Estados Unidos para conseguir apoyos a su postura.  En agosto el príncipe Juan Carlos, Arias y Carro recibieron al primer ministro de Marruecos y su ministro de Exterires., Ahmed Osmán y Ahmed Laraki. Los responsables de los actos beligerantes en la frontera, eran agasajados por el gobierno español. Los marroquíes insistían en la devolución  del territorio y el argumento español se basó en que el territorio fue ocupado por medio de acuerdos con tribus locales y que Marruecos nunca protesto por ello, algo que es verdad.  La presión marroquí surtió efecto, el tema del Estatuto quedó en la nada misma.  EL rey Hassan II apostaba no solo a quedarse con el territorio, sino con las inversiones realizadas por los españoles, sin concesión alguna. Un verdadero robo.  El gobierno a pesar de ser permeable al chantaje marroquí, decidió ganar tiempo, en un intento de aplicar de manera encubierta el estatuto de autonomía, y aceptar la propuesta del embajador De Piniés, llevar a cabo el referéndum como apoyo de Naciones Unidas. El 21 de agosto se anunciaba oficialmente que se llevaría a cabo el referéndum.  A fines de agosto, Franco decide – a pesar de su estado lamentable de salud – tomar las riendas del poder nuevamente. Mientras tanto los refuerzos militares llegaban al Sahara de manera escalonada.

 

Bassiri. Primer lider nacionalista saharaui. Desaparecido en 1970

La tensión creciente fue percibida por la población civil española, y fueron los familiares de los militares los que empezaron hacer las valijas.  Los altos mandos militares con responsabilidad en la zona comenzaron a realizar reuniones y el despliegue naval y aéreo comenzó a reforzarse. La presencia militar en poco tiempo alcanzó los 20.000 efectivos, destacándose el arribo de unidades de elite de La Legión, fuerzas de choque blindado y moderna artillería. Además del despliegue naval en las Canarias.  La crisis ayudó a Hassan II a robustecer su posición en el frente interno, como develaban las fuentes de inteligencia, que incluso organizaciones políticas perseguidas por el régimen marroquí, como la UNFP y el Partido Comunista se alinearon detrás del trono. A pesar de las amenazas y el accionar diplomático de Rabat, los analistas descartaban una acción militar, solo veían más probable, acciones subversivas patrocinadas por Marruecos o el propio Frente Polisario para desestabilizar la presencia hispánica en el Sahara.  El Alto Mando militar en Canarias siguió con los planes de defensa, incluso se estudiaron playas y puertos marroquíes para eventuales acciones armadas.  Fueron seleccionados objetivos estratégicos marroquíes, para ser alcanzados por la fuerza aérea española (denominado Ejército del Aire) y lugares aptos para una operación anfibia. En un primer momento los planes militares consistían en dejar avanzar las fuerzas marroquíes, embolsarlos, cortar sus suministros y por medio de un asalto anfibio en retaguardia cortarle la retirada. Se iba gestando lo que sería la Operación Marabunta. Incluso como advertencia aviones F 5 españoles sobrevolaron el palacio real marroquí y localidades fronterizas de Mauritania.

 


Marruecos no se tomó un respiro, y en el seno de Naciones Unidas, intentó frenar el referéndum de autodeterminación, acusando a España que lo hacía bajo un régimen de ocupación militar. La presión de los vecinos del Sahara Español entorpeció la labor diplomática con el objetivo de convocar el referéndum., lo que generó la protesta de De Piniés al presidente del Comité de Descolonización, quién solo autorizó a enviar una nota explicativa sobre el Sahara.  En septiembre de 1974 fue levantada la censura sobra las noticias referentes al Sahara, ello no impidió que el director del Sahara, censurara en parte todo lo relacionado al conflicto.  Ese mismo mes, el embajador De Piniés presentó la nota formalizando la realización del referéndum de autodeterminación ante la Asamblea General de la ONU. La respuesta marroquí no se hizo esperar, y el embajador marroquí declaró que su país apelaría ante la Corte Internacional de Justicia. Hábilmente el rey Hassan II, no solo trabó la presentación española en el Comité de Descolonización, sino que decidió apelar a la Corte Internacional, para ganar tiempo y evitar que fuera realizado el referéndum. Junto a esta maniobra el lobby pro marroquí en España, mostraba a Marruecos como aliado en la zona, por ser un país en apariencia pro occidental y al tándem Argelia - Frente Polisario como los verdaderos enemigos, por su aparente posición pro soviética. El monarca alauí esperaba que la Corte aportara documentación que le sirviera a sus propósitos. En un principio la jugada le fue a favor, dado que las Naciones Unidas le dieron apoyo a su petición. Mientras tanto el Régimen estaba preocupado, que el ejemplo de la revolución en Portugal no tuviera “efecto contagio” en las fuerzas armadas españolas. Esos temores aumentaron cuando fue creada la Unión Militar Democrática. En el Sahara aumentaba el descontento, ante la inacción del gobierno español frente a las constantes provocaciones de Marruecos en la frontera.  El frente interno preocupaba mucho al franquismo, especialmente por la reacción de la opinión pública y de las izquierdas, ante una guerra colonial. Esto condicionaba las decisiones en torno al Sahara, impidiendo manipular la opinión saharaui para apoyar la postura española.

 

rey Hassan II de Marruecos 

En el ministerio de la presidencia, un grupo de funcionario comenzó a estudiar la puesta en práctica del fallido estatuto por medio de otras normas, además de debatir las salidas posibles para el Sahara. Existía una corriente favorable al referéndum de autodeterminación, única vía que aceptaría Naciones Unidas. La cuestión era preservar los intereses españoles y evitar experiencias con las de Guinea. A ello se unía apoyar la idea de ir a la Corte Internacional de Justicia, donde los actores de esta tragedia hacían sus cálculos. Recién en diciembre el gobierno español decidió apoyar la idea de ir a la Corte Internacional de Justicia.  

 


En 1975 en la Fiesta de la Juventud, el rey marroquí dijo que se opondría no importa porque medios a la creación de un Estado “fantoche” y dijo que ese año sería decisivo para la liberación del Sahara. Eufemismo de la brutal invasión que sería víctima dicho territorio. Las cartas estaban echadas, ahora todos estarían a la espera de lo que iba decir la Corte Internacional de Justicia. Al parecer Marruecos estaba confiado de una victoria decisiva en este plano.

 

Nacimiento el Frente Polisario.

En este contexto nació el Frente Polisario el 10 mayo de 1973, que tuvo apoyo especialmente de exiliados en Mauritania y Argelia, hasta que finalmente comenzó una rápida incorporación de hombres de diversas edades. Los dos grandes impulsores fueron El Uali y Gali uld Sidi Mustafa uld Sidi Mohamed.  Los servicios de información en el Sahara habían advertido de la creación de un nuevo partido nacionalista, que sería nada menos que el POLISARIO. Dicho grupo en una primera instancia contó con apoyo libio como hemos visto, todo lo contrario de lo que consideran muchos que es una creación argelina. El apoyo de Argelia se hizo visible recién en los años 1974-75, durante la llamada “Era Bumediane”. Según diversos autores y especialistas, la ideología del Frente Polisario, abiertamente favorable a los procesos políticos de Argelia y Libia, por ende, de izquierdas, hecho que lo alejó de potenciales apoyos occidentales.  Cabe señalar que el grueso de los grupos o movimientos independentistas eran abiertamente de izquierda, dado que las potencias coloniales pertenecían al “Mundo Occidental”, lo que naturalmente los decantaría a tomar posición por un modelo político – económico opuesto, a lo que cabe agregar el apoyo del Bloque del Este con diversos tipos de ayuda a estos movimientos, que contribuía a consolidar su ala izquierda. No siendo el caso del Frente Polisario, que la ayuda solo se limitó al respaldo de Argel y Trípoli.   En su primer documento político, quedó de manifiesto la posición del POLISARIO:

“Una vez comprobado que el colonialismo quiere mantener su dominación sobre nuestro pueblo árabe, intentando aniquilarlo por la ignorancia, la miseria, así como por su separación del Magreb árabe y de la Nación árabe. Ante el fracaso de todos los métodos pacíficos utilizados, tanto por los movimientos espontáneos como por las organizaciones impuestas u otros círculos, el Frente Popular de Liberación de Saguia El Hamra y Río de Oro, nace como la expresión única de las masas, que opta por la violencia revolucionaria y la lucha armada como medio, para que el pueblo saharaui, árabe y africano pueda gozar de su libertad total y enfrentar las maniobras del colonialismo español. Parte integrante de la revolución árabe, apoya la lucha de los pueblos contra el colonialismo, el racismo y el imperialismo y condena a éstos por su tendencia a poner a los pueblos árabes bajo su dominación ya sea mediante el colonialismo directo o bien por el bloqueo económico Considera que la cooperación con la Revolución Popular Argelina, en una etapa transitoria, constituye un elemento esencial para enfrentar las maniobras urdidas contra el Tercer Mundo. Invitamos a todos los pueblos en lucha a unirse para enfrentar al enemigo común. ¡Con el fusil arrebataremos la libertad!”

 


El mismo mes que nació el Frente Polisario, el ministro de Asuntos Exteriores López Rodó se reunió con su par marroquí y el propio Hassan II, quién ofertó a cambio de no modificar el status quo, acuerdos beneficiosos en materia de pesca y explotación conjunta de los fosfatos.  Ahmed Taibi Benhima, ministro marroquí de asuntos exteriores visitó Madrid e invitó a Carrero Blanco, cuando era jefe de gobierno, a visitar Rabat, que declinó, para no provocar a los saharauis, y posiblemente por su propia postura, abiertamente opuesta las insinuaciones marroquíes.

 


El 20 de mayo de 1973,  al poco tiempo de su fundación, el Frente Polisario lanzó su primer ataque militar de  carácter incruento contra un puesto de vigilancia español, ubicado cerca de la frontera con Marruecos, en Janguet Quesat.  En dicho ataque participó el propio El Uali Mustafa Sayed.  Luego se sucedieron diversas acciones, dando golpes de mano a puestos de la Policía Territorial, combinado con acciones de propaganda, que por cierto era sumamente efectiva, dado que el número de saharauis que financiaban al Frente era creciente. Estos fueron los primeros pasos que dio el POLISARIO para la larga guerra que se avecinaba.

 

La estructura del Frente adoptada en aquellos días turbulentos fue la siguiente :

§  Secretario General asistido por un comité ejecutivo de 21 integrantes, de los cuales tres se dedican a las llamadas “organizaciones de masa” (mujeres, obreros y campesinos).

§  Un buró político designa 19 miembros de los comités de base del pueblo, que a su vez conforman el Consejo Nacional Saharaui.

§  Se organizan bases conformadas por células de 10 personas y bandos o grupos de mayor entidad que tienen su rama política y militar.

 

El Frente Polisario presentó su programa político, que fue aprobado en el II Congreso de 1974, cuyo contenido era:

1 - Liberación nacional de todas las formas de colonialismo y lograr una independencia completa.

2 - Edificación de un régimen republicano nacional con la participación activa y efectiva de las masas

3 - Realización de una auténtica unidad nacional.

4 - Crear una economía nacional complementaria:

a) Nacionalizar los recursos mineros.

b) Política de industrialización.

c) Desarrollo ganadero.

d) Preocupación por el desarrollo de la agricultura.

e) Protección de los recursos marítimos.

5 - Garantizar las libertades fundamentales de los ciudadanos.

6 - La movilización de las masas y la liberación de sus iniciativas tienen un papel sensible en la edificación económica.

7 - Distribución justa de las riquezas y eliminación del desequilibrio entre el campo y las ciudades.

8 - Anular toda forma de explotación.

9 - Garantizar la dignidad a todo el pueblo.

10 - Garantizar la vivienda a todo el pueblo.

11 - Atención a la familia y elevar su nivel en todos los aspectos.

12 - Restablecer los derechos sociales y políticos de la mujer y abrir ante ella todas las

perspectivas.

13 - Eliminar las causas de la degeneración moral y social.

14 - Conservar el credo religioso.

15 - Practicar una política de enseñanza nacional; generalizar la enseñanza gratuita y obligatoria en todas las etapas y a todo el pueblo y la consideración de una cultura nacional y arabización de la enseñanza en todas las fases.

16 - Combatir las enfermedades, construir hospitales y ofrecer atención médica gratuita.

 

Los objetivos fijados por el II Congreso eran un auténtico proyecto de país con vistas al largo plazo.  La terrible guerra de liberación y el exilio de gran parte de la población impidieron la concreción de gran parte de los objetivos fijados. No obstante, gracias a la solidaridad internacional de países de la órbita socialista, particularmente Cuba y Argelia, la República Saharaui, realizó un importante esfuerzo educativo y de unidad nacional (lo saharauis a diferencia de muchos países árabes y africanos superaron las diferencias tribales). En el año de su creación, el Frente Polisario ya contaba con su brazo armado, el todavía pequeño Ejército de Liberación Popular Saharaui - ELPS - con un centenar de combatientes, pobremente equipados y armados, pero muy motivados. El apoyo argelino, y especialmente libio, permitió incrementar las acciones armadas y de propaganda, consolidando el ELPS como fuerza militar, dándole cohesión y experiencia operativa real.  El apoyo libio fue confirmado por informantes españoles destacados en Mauritania, donde el Polisario se movía con amplia libertad. Por otra parte, los informantes hablaban de la creciente influencia de Argelia, en competencia con Marruecos y del interés de sectores políticos mauritanos de incorporar el Sahara, con el objeto de balancear el peso demográfico de las poblaciones arabizadas frente a los negros, que habitaban en el sur del país. Incluso en los informes de la embajada española de aquellos tiempos, sugería que un acuerdo con Mauritania, que contemplara la cesión del Sahara, sería más fácil obtener concesiones mineras y pesqueras muy ventajosas, dado la debilidad de Nuakchot.

 

Minas de Fosfato de Bu Craa

En los años 1973/74 el Frente Polisario estuvo sumamente activo lanzando acciones armadas de pequeña escala en Tifariti, Smara, Hasi Matala, Echdeiria, Bir Lehlu, Amgala, etc. La acción más audaz fue la voladura de la cinta transportadora de fosfatos del yacimiento de Bu Craa (20 de octubre), poniendo en evidencia las prevenciones que hicieron en su momento los mandos militares españoles sobre la vulnerabilidad de la cinta.  Las acciones armadas iban acompañadas por manifestaciones políticas, un intenso trabajo de “masas” y la captación de simpatizantes entre soldados saharauis de las fuerzas militares españolas y la policía territorial.

 

Los servicios de inteligencia españoles identificaron un sinnúmero de panfletos de diversos grupos que buscaban obtener apoyo del pueblo saharaui, algunos de estos grupos estaban vinculados al espionaje marroquí: Organización Avanzada para la Liberación del Sahara, Frente Polisario, Chaab (Pueblo), Hombres Azules, Comité Revolucionario Unidad de Acción, Partido Liberal del Sahara, Organización Secreta para la Liberación del Sahara y Frente de Liberación Nacional para el Sahara. Pero será el Frente Polisario el que realmente tuvo un ascendiente creciente en la población.  Los panfletos, ya sea escritos o en casete, en árabe y español, o francés y árabe, hacía referencia al peligro anexionista de Marruecos y el régimen feudal de Hassan II, o a la “momia” de Franco, y la necesidad de unirse para luchar, además de amenazas a colonos, colaboracionistas, para que se marcharan, etc. Además, otros aspectos de la propaganda eran las duras críticas al tribalismo y los llamados a la unidad popular.  La creciente ayuda argelina, libia, y en menor medida de Mauritania, contribuyeron a fortalecer la estructura político militar del Frente.  En 1974 la inteligencia militar española consideraba que 1.000 efectivos polisarios estaban en instrucción militar en Argelia y Mauritania.  Algo que también preocupaba a las autoridades españolas era la relación que podrían tener estudiantes saharauis con sectores de izquierda en las Universidades, con el peligro que el Polisario y grupos de extrema izquierda ibéricos colaboraran, especialmente difundiendo panfletos e intercambiando experiencias, especialmente en materia de agitación y propaganda armada.

 

Guerrillero polisario 

Los cambios políticos que terminaron en un acercamiento entre Mauritania y Marruecos, facilitó a las autoridades españolas a obtener información sobre los movimientos del Polisario y favorecer su combate. Las autoridades mauritanas querían sacarse de encima al Polisario, entonces facilitaron todo tipo de información sobre las actividades de los nacionalistas saharauis, incluso detalles del ataque del ELPS a Tifariti. En dicha localidad, las fuerzas españolas ejecutaron una operación de castigo, donde intervinieron fuerzas de la Legión, policía territorial junto a medios aéreos. La orden del alto mando era dar respuestas enérgicas a las guerrillas del Polisario. La lección significo que el ELPS no atacaría de noche y renunciaría como vía de escape la frontera mauritana.

 

La respuesta a la fundación del Frente Polisario por parte de las autoridades coloniales fue la creación del PUNS o Partido Unidad Nacional Saharaui. Había en sectores del gobierno español la idea de un Sahara independiente con un gobierno afín a sus intereses era factible, parecía que quienes pensaban así, se olvidaban del caso de Guinea Ecuatorial, donde la presencia española post independencia fue breve. Mientras tanto Madrid prometió a la ONU de realizar un referéndum sobre la autodeterminación del territorio para el primer semestre de 1975.  La idea de un Sahara controlado por Madrid, significó la adopción de diversas medidas, entre ellas un diario bilingüe, La Realidad, y se adoptaron medidas para emplear a saharauis en tareas administrativas. Ahora era preciso elegir quién lideraría el PUNS, siendo elegido un estudiante de ingeniería Halihenna uld Sidi Enhamed uld Mohammed, de la tribu erguibat y cuya familia estaba bien vinculada entre sectores influyentes. Este personaje, sin antecedentes políticos, podría ser manejable a juicio del gobierno general del Sahara.  Los erguibat eran la tribu más numerosa e importante, con varios miles de sus miembros repartidos en el Sahara, Marruecos, Argelia y Mauritania, eran dominantes en el Polisario y existía una aspiración de formar una “nación erguibat”. Halihenna fue puesto como líder del PUNS para equilibrar las fuerzas de dos aspirantes al gobierno saharaui, el conocido El Jatri y otro importante líder tradicional Seila uld Abeida uld Sidahamed, personaje que presidía el Cabildo provincial.  Luego de su viaje a Madrid, Halihenna fue nombrado en un importante cargo como adjunto en Minería e Industria, al poco tiempo presentó su programa político:

  • Llegar a un Sahara independiente por un proceso de autodeterminación acelerada.
  • Rechazar cualquier reivindicación extranjera.
  • Conservar y robustecer las tradiciones en lo religioso y social, adaptándolas a las instituciones de un Estado moderno.
  • Dotar al país de una economía moderna, explotando y desarrollando las riquezas naturales para aumentar el nivel de vida de todos los ciudadanos.
  • Islam religión oficial.
  • Conservar la amistad y cooperación mutuas con España en todos los aspectos.

 

El flamante líder del PUNS contaba con una casa en un barrio residencial, coche oficial y dinero para hacer proselitismo. El nuevo partido encontró resistencias de los jefes tribales temerosos de perder sus prebendas y del propio Polisario, y luego del propio gobierno general, dado que Halihenna elevó el tono de sus críticas al gobierno colonial y para peor se entrevistó con Eduardo Moha, líder de los “Hombres Azules” grupo pro marroquí. El gobierno general aspiraba que el PUNS tuviera 10.000 electores seguros, para balancear poder frente al Polisario. a la hora de llevar a cabo el referéndum e imponer una solución política acorde a los dictados de Madrid.  Por otro lado, las autoridades coloniales tenían la esperanza de movilizar una importante corriente de opinión favorable a sus intereses, para restarle popularidad al Polisario con vistas a la llegada de la Comisión Visitadora de Naciones Unidas. Pero el PUNS era solo una pieza suelta, no había estrategia clara al respecto y el gobernador reclamó a Madrid acciones concretas nuevamente. Las idas y venidas, impidieron que los saharauis tuvieran certeza de los propósitos de España y que este fuera mantenido con firmeza. 

 


La actividad guerrillera era una realidad creciente, pero ello nunca causó serios contratiempos al dispositivo militar español, encontrándose dentro de este la célebre Legión, unidad de elite, cuya historia operativa estaba estrechamente ligada a las tierras saharauis. La actividad guerrillera igualmente generaba problemas y distraía recursos para vigilar al principal enemigo, que era : Marruecos. Las fuerzas del ELPS tomaban por tiempo determinado los puestos abandonados por los españoles (un serio error para la seguridad del territorio) con fines de propaganda armada y mostrar su presencia a lo largo del territorio saharaui.  Mientras la lucha armada iba cobrando fuerza, España anunció que iba llevar a cabo el referéndum, que impulsó a Marruecos y Mauritania a solicitar la intervención de la Corte Internacional de Justicia y buscar por todos los medios legales y políticos, especialmente por parte del hábil Hassan II impedir dicho referéndum.  Sin ninguna duda el monarca alauíta sabía de antemano que la decisión del pueblo saharaui era construir su propio Estado, un triunfo político de su aliado argelino – según su óptica – que no podría permitirse, porque tendría consecuencias para el frente interno marroquí, y por ende la continuidad del régimen de Hassan II podría correr peligro.

 

La realidad indicó claramente que la postura española de considerar a la Asamblea General del Sahara (Yemaá) como representante legítimo de la voluntad del pueblo saharaui, era un callejón sin salida. Las Naciones Unidas no avalaron esta postura. Entonces España buscó celebrar un referéndum al margen de la supervisión internacional, tal vez con la idea peregrina de promover un Estado saharaui estrechamente ligado a Madrid. Finalmente, la presión internacional tuvo efecto y España decidió llevar a cabo el referéndum de autodeterminación, bajo los auspicios de la ONU a llevarse a cabo los primeros meses de 1975. En julio de 1974 el representante español ante la ONU elevó una nota al Secretario General, en la cual acusó a Marruecos de intentar anexar el territorio saharaui sin tener en cuenta los derechos de este pueblo.

 


En este complejo juego de idas y venidas, en febrero de 1975 el PUNS llevó a cabo su primer acto político en El Aaiún, donde asistieron unas cinco mil personas, entre ellas los chiuj, beneficiarios del régimen colonial, extremadamente conservadores y muchos corrompidos por el régimen de subsidios, junto con ellos concurrieron personas bien intencionadas que querían llegar a un entendimiento con el Frente Polisario. Pronto la farsa del PUNS, se vendría abajo y el mundo tomaría nota de la presencia del POLISARIO como único representante legítimo del pueblo saharaui.

 

 


 

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