MENSAJE DE PASCUA 2025 del Dr. Jorge Alejandro Suárez Saponaro
La
Semana Santa es un tiempo de reflexión para pensar en el mensaje de Esperanza
que significa la Venida de Nuestro Señor Jesucristo, y un ejemplo de cómo Dios
en determinadas circunstancias, que no son elegidas al azar, se manifiesta
demostrando su infinito poder y misericordia.
El
mensaje de Cristo, es un mensaje de Amor, Fe y Esperanza. Es una clara
manifestación del poder de Dios, que indudablemente lo que es imposible para
los hombres, lo es posible para Dios Todopoderoso. El célebre pasaje bíblico
(Evangelio según San Juan) sobre la resurrección de Lázaro, es un claro ejemplo
de ello. Este milagro es otro “signo” que Jesús es la Resurrección y la Vida.
Este signo tiene un contenido particular, la Fe. Solo para los que profesan una
verdadera Fe en Dios, podrán apreciar y contemplar en toda su magnitud el poder
de Dios, incluso más allá de la vida terrenal. El mismo Jesús dice al respecto:
“…Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera vivirá; y
todo el que vive en mí y cree en mí, no morirá jamás...” Este pasaje bíblico es
una clara muestra de cómo Dios se hace presente en los momentos más oscuros,
donde pareciera todo está perdido.
El
prendimiento, juicio y crucifixión de Cristo es un claro testimonio de las
miserias humanas: la traición, la
codicia, el oportunismo, la indiferencia, la cobardía y la falta de fe.
Elementos que afectan a la humanidad en el presente. Por otro lado, era el
anuncio del fin de una etapa, y el comienzo de una nueva era. El Dios único,
venerado por un solo pueblo, pronto se manifestaría a todas las naciones.
En
la Última Cena, Jesús, revela su destino, y se ponen en manifiesto una serie de
miserias humanas. Judas Iscariote, el traidor, embebido por la codicia
traiciona el Hijo de Dios y lo entrega al Sanedrín. A lo largo de la historia,
¿cuantos Judas hemos visto? En la política, en nuestras vidas, en la Iglesia.
El
ejemplo de Poncio Pilatos, ante quien es llevado Jesús, demuestra el cinismo
del poder de turno, tan común en estos días, donde no prevalece la Justicia,
sino los intereses mezquinos (“yo me salvo”), la falta de convicciones, el
oportunismo y la indiferencia: Pilato, que viendo que no conseguía nada, sino
que el alboroto iba aumentando, tomo el agua y se lavó las manos ante el
pueblo, diciendo: “…Soy inocente de esta sangre, allá vosotros...”. A Pilatos
no le importó la muerte de un inocente, simplemente priorizó sus mezquinos
intereses personales. Hoy día en el marco de la crisis moral que vivimos,
observamos muchos “Poncio Pilatos”.
En
esa soledad Jesús tiene su Calvario, humillaciones y vejaciones físicas, pero todo
ello tenía un significado: “Verdaderamente llevó sobre sí todos nuestros dolores”
(Jn. 53,4). El camino hacia la muerte fue terrible. La muerte fue lenta y
dolorosa. Junto a Él estaban dos
delincuentes comunes. Uno de ellos increpó al Señor diciéndole sálvate a ti
mismo y a nosotros. Pero el otro lo increpaba, diciéndole ¿no tienes temor de
Dios, tú que sufres la misma pena que Él? Nosotros la sufrimos justamente,
porque pagamos nuestras culpas, pero él no hecho nada malo. Y decía: Jesús
acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino. El Señor le respondió: Yo
te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso.” (Lc. 39-43). Una vez más, en esos momentos terribles Jesús
nos habla de la importancia de la fe y del valor del arrepentimiento de los
pecados, sumado el coraje de asumir las responsabilidades de los errores
cometidos. Aquel desdichado se arrepintió de corazón y se entregó a la voluntad
de Dios, y tuvo su recompensa.
La
Resurrección es un claro mensaje de Dios, lo que es imposible para los hombres
lo es posible para El. Dios vence a la muerte, su Hijo resucita al Tercer Día.
Una nueva Era comenzó y cambió la Historia.
El
ejemplo de nuestro Redentor es claro, donde queda reflejado su actitud ante el
sufrimiento en pos de un objetivo muy superior. Jesús fue claro para quienes
abrazamos la fe cristiana: “Quién no carga con su cruz y me sigue, no puede ser
mi discípulo (Lc. 14.27).” Los sufrimientos y padecimientos de esta vida
terrenal tienen un significado, depende de la actitud que tengamos ante ello. En
otras palabras, muchas veces sufrimos, para valorar lo que tenemos y muchas
veces no vemos, o para obligarnos a tomar conciencia de ser mejores personas y
superarnos.
Semana
Santa es tiempo de reflexión, para cambiar nuestra actitud hacia la vida, de
ser mejores personas, de no ser indiferentes ante el sufrimiento del
prójimo.
Felices Pascuas.
Dr. Jorge Alejandro Suárez Saponaro
Buenos Aires, 17 de abril de 2025
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