VIAJE AL LÍBANO. El País de los Cedros
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Vista desde las montañas que rodean a Beirut. En el fondo, el Mediterráneo |
ALBERTO
MAESTRE FUENTES
Corresponsal de Diario El Minuto para España
A
pesar de que la República libanesa se encuentra en la ribera oriental del
Mediterráneo, son pocos los europeos del Mediterráneo occidental, que se
atreven a viajar a este país.
Esto
se refleja, por ejemplo, en el número de vuelos directos que operan, por
ejemplo, desde mi ciudad, Barcelona a Tel Aviv, en contraposición a los
realizados a Beirut, que son bastante escasos.
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Casas típicas en Líbano, en el barrio cristiano |
Así,
son varias las aerolíneas que ofrecen vuelos directos desde la capital catalana
a Tel Aviv, pudiendo llegar hasta cinco o más vuelos diarios, dependiendo de la
temporada.
En contraposición,
a Beirut solo existe un vuelo directo desde Barcelona y además está
monopolizado por una compañía y no tiene frecuencia diaria.
Las
causas de este aparente desinterés, por el país de los fenicios, pueden ser
motivadas por distintas causas.
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Vistas desde el sur del Libano. El Mediterráneo como protagonista |
Uno
sería que todavía perdura en la memoria colectiva la guerra civil que asoló el
país de los cedros durante 15 años y medio y que finalizó a finales de 1990.
Otro factor
que frena los viajes a este país es la supuesta inseguridad que puede existir.
Además,
la existencia de grupos como Hamas y Hezbolá, que atentan periódicamente contra
el Estado de Israel, lanzando proyectiles desde el sur del país, desisten a
muchos a visitarlo.
Para
los ciudadanos españoles ya no es necesario visado para entrar como turistas,
ni pagar ninguna tasa.
El
único requisito es que el pasaporte tenga una vigencia de 6 meses y, sobre
todo, no tenga estampado ningún sello de Israel en sus hojas.
En mis
últimas visitas a Israel ya observé que las autoridades fronterizas no te
sellan el pasaporte como antes, así que luego, si quieres visitar países como
el Líbano e Irán, que no reconocen la existencia del Estado de Israel, no te
ves obligado a tenerlo que cambiar.
Entramos
al Líbano por el único aeropuerto civil que existe en el país, el de Beirut,
llamado oficialmente Rafic Hariri, en homenaje al primer ministro asesinado en 2005.
En el
control de pasaportes, el oficial encargado, revisó hoja por hoja los
pasaportes, más de dos veces, en busca sellos israelíes, e incluso intentó
rascar algún sello de un tercer país, sospechando que se podría había puesto
con posterioridad y ocultar la entrada o salida de Israel.
El
traslado hasta nuestro hotel, en el centro de Beirut, lo hicimos en taxi, pues
no hay servicio público de autobuses.
Lo
primero que hay que hacer es cambiar dólares estadounidenses en el mercado
negro y para ello hay que ir a cualquier casa de cambio que hay sobre todo en
la popular calle Hamra.
En
estas casas de cambio nos ofrecieron por 1 dólar USA, 75.500 libras libanesas.
En el
cambio oficial 1 dólar USA es de 14.500 libras libanesas, por lo que está claro
que siempre se tiene que cambiar en estas casas de cambio si no quieres
arruinarte.
Además,
ya nos advirtieron que no hiciéramos uso de nuestras tarjetas de débito o
crédito, ni que sacáramos dinero en los cajeros automáticos, muy extendidos por
todo el país, pues nos aplicarían el cambio oficial tan desventajoso.
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Interior en ina iglesia maronita. |
Nos
sorprendieron los precios, pues son muy similares a los de Barcelona y eso
contando que cambiamos en el mercado negro, si no serían totalmente
prohibitivos.
Así
comer o cenar en un restaurante medio de la capital libanesa te podría salir
aproximadamente por 2.000.000 libras libanesas por persona.
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Rezo en una Mezquita en Beirut |
Los
primeros días nos dedicamos a pasear por todo Beirut.
Todavía
las secuelas de la guerra civil y de la explosión del puerto son visibles en
muchos edificios y calles.
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Catedral de San Jorge. Iglesia Maronita. Beirut |
El
barrio gubernamental y alrededores está totalmente reconstruido.
Las
galerías de arte, de moda, anticuarios, tiendas de marcas internacionales de
lujo, joyerías, son una muestra de que hay una actividad económica y social muy
importante.
Y no
hablemos de la vida nocturna que es inagotable y a veces pensabas que podrías
estar en cualquier ciudad europea, con esos bares, discotecas, terrazas de
diseño y tan bien ambientadas.
No es
de extrañar que Líbano y Beirut en particular, atraigan a muchos árabes de los
países del Golfo Pérsico que encuentran aquí un grado de libertad y tolerancia
que no pueden disfrutar de sus países.
Nuestra
visita coincidió con el Ramadán y la Semana Santa.
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Nuestra Señora de Harissa. Data de 1908 y sus brazos se extienden hacia Beirut y el Mediterráneo |
Era
maravilloso sentir como se llamaba a la oración desde los minaretes de las
mezquitas y posteriormente escuchar el replique de las campanas cristianas.
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La fe cristiana,se mantiene muy viva en el Líbano |
Asistimos
a oficios de cristianos maronitas y todas las iglesias que fuimos estaban
llenas a rebosar de fieles.
Lo
mismo sucedió con nuestras visitas a las mezquitas.
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¨Restos romanos en Beirut, junto a la Catedral San Jorge |
Se
respira tolerancia y respeto.
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Las calles de Sidón. Antigua ciudad, fundada por los fenicios hace milenos. |
Además, tuvimos la percepción de que las comunidades cristianas y musulmanas ya no parecen estar tan segregadas y distanciadas y se están mezclando, poco a poco.
En
Beirut eran pocas las mujeres que llevaban el velo y muchos que no respetaban
el ayuno del Ramadán, en contraposición con los pueblos, donde los musulmanes
parecen seguir más fielmente las normas del Islam.
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Una escena de Beirut. Una iglesia junto a una mezquita, frente a restos romanos. |
Alquilamos
para nuestros desplazamientos fuera de Beirut un coche con chofer que nos
cobraba unos 75 dólares USA por todo el día, pues como indicamos no existe
servicio regular de autobuses o trenes.
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Biblos. |
Visitamos,
entre otros lugares, las cuevas de Jeita, Harissa lugar de peregrinación de los
cristianos maronitas y donde se encuentra Nuestra Señora del Líbano, patrona
del país, en un marco idílico, al que accedes por teleférico y funicular.
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Un mercado típico del Líbano |
También
pudimos ir a Biblos y contemplar sus maravillosas ruinas al lado del mar.
Y no
digamos de los templos romanos de Baalbek, ubicados en el valle de la Becá,
cerca de la frontera con Siria.
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Vistas de Baalbek, con sus templos, que recuerdan la presencia helenica y romana |
Es
Indescriptible.
Encontrarte
allí, ante estas ruinas imponentes, y en tan bien estado de conservación, sin
apenas turistas, no se puede explicar fácilmente.
Al
pasear y observar los majestuosos templos de Júpiter y Baco, entre otros, eres
consciente de la grandeza e importancia que tuvo esta localidad que
empequeñecen al mismísimo Foro de Roma.
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El autor en Baalbek |
Sólo
por visitar Baalbek merece un viaje al Líbano, no hay ninguna duda.
También
visitamos las localidades costeras del sur de Tiro y Sidón.
Tiro
llama la atención por tener un puerto pesquero lleno de vida y restaurantes
donde destaca una imagen de grandes dimensiones de la Virgen María.
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Vista de Biblos. antigua ciudad que tiene milenios y sus origenes se remontan a la Edad de Bronce |
También
con que llegamos el Lunes de Pascua, observamos que muchos balcones y ventanas
estaban decorados con alegres y vistosos huevos de Pascua.
De
Sidón nos cautivó su ambiente y su vida tan animada que se encuentra, sobre
todo, en su inmenso zoco.
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Un templo en Baalbek |
Además,
las ruinas del Castillo del Mar de los Cruzados, son muy interesantes de
visitar y te ofrecen desde allí una panorámica preciosa de Sidón.
Del
viaje a Tiro y Sidón me llamó también a atención que durante el recorrido, por
la autopista, encontramos numerosas banderas amarillas de Hezbolá y fotos de
ayatolás.
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La presencia de Hezbollah en Tiro. |
También
carteles y banderas de Hamas estaban presentes por todas partes, lo que te
recordaba los últimos atentados de esta organización contra el Estado de
Israel, el cual se encontraba solo a media hora en coche de Tiro.
Pero
la vida en estas dos ciudades tan próximas de la frontera israelí transcurre
normalmente con sus calles llenas de vida.
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