Mi Reino por una Vacuna Pfizer

 


Fuente Diario de Cuyo


En estos últimos días, en el marco de una intensa presión mediática, el reclamo de las familias de menores de 18 años con patologías y discapacidades, agregándose el lamentable papel del Congreso de cerrar la posibilidad de negociar por las vacunas Pfizer, reclamadas por dichas familias, el gobierno se vio obligado a dictar un decreto de necesidad y urgencia, en un contexto de un cuestionamiento cada vez más abierto de la sociedad sobre la gestión sanitaria por la crisis COVID 19.

 

Por Jorge Alejandro Suárez Saponaro

Directo Diario El Minuto Argentina

 

En el mes de diciembre de 2020, el entonces incombustible ministro de Salud. Dr. Ginés González García, anunció la llegada de millones vacunas, que en un plazo relativamente  corto, servirían para población de riesgo, adultos mayores y personal sanitario. En esos días, el gobierno era objeto de cuestionamientos, por no haber cerrado contrato con el laboratorio Pfizer, que según dicha empresa, la compra frustrada, era por 13.5 millones de vacunas.  Argentina tuvo un rol en los ensayos con voluntarios, e incluso el mismo laboratorio se mostró muy optimista para la venta de la vacuna en el país. El acuerdo nunca se llevó a cabo, a diferencia de países vecinos de la región  Curiosamente, ante el reclamo de medios de comunicación, sectores opositores, profesionales de la salud, la respuesta fue desde medios afines al oficialismo, fue que la empresa Pfizer exigía a cambio aspectos vinculados con los intereses nacionales, como el control de recursos naturales, y largo etc.  Relato que pocos creyeron.

 

En el inicio del proceso de vacunación y bajo una enorme presión mediática, fue cuestionada la vacuna Spútnik V, de origen ruso, la alternativa ante la ausencia de Pfizer y los retrasos de Astra Zeneca. La campaña se centró en cuestionamientos a la política interna de Rusia, la poca transparencia en la información sobre la vacuna, algo que tampoco ayudó mucho el gobierno, incluso llegando a puntos extremos, donde la vacuna rusa fue comparada como veneno. Dichos pocos felices, por los cuales nadie pidió disculpas del caso.

 

En este peculiar marco, se desarrolló el escándalo de las vacunas VIP, donde amigos del ministro de turno, militantes políticos, cientos de ellos, saltándose la fila por decirlo de alguna manera, sin estar en la llamada “población objetivo”, o sea adultos mayores, entraron por la “puerta de atrás” y se vacunaron. Según fuentes del periodismo, más de 300 de estos privilegiados, incluso altos funcionarios, que señalaron en declaraciones juradas que eran personal de salud, para poder estar entre los llamados a vacunarse.  La respuesta presidencial ante este escándalo, que por cierto generó denuncias pertinentes, fue decir en su gira mexicana, fue que no era delito “saltarse la fila”. Pero nada de condenar el hecho, desde lo moral y relevar al ministro de salud.  Finalmente este tuvo que irse por la presión generada. Su sucesora, la Dra. Carla Vizzotti, tampoco dijo nada, y es más negó los hechos, que eran de público conocimiento.  En Perú, un escándalo similar, terminó en el ceso de cientos de funcionarios involucrados. En Argentina siempre a los inmorales, les dan una segunda y hasta tercera oportunidad.

 

Las consecuencias de las malas decisiones, llevo a la Argentina a tener elevados índices de inflación, déficit fiscal, pobreza creciente, desempleo superando el 20% y la caída del país, en los índices de Transparencia Internacional, en 2020, donde Argentina descendió varios lugares, además de las pésimas calificaciones para ser un país receptor de inversiones. Mientras tanto el gobierno siguió aferrado a recetas por todos conocidas, de control de precios, cepo cambiario, restricciones a exportaciones, y con un frente externo, para nada halagüeño, por los cambios en torno a la postura de Buenos Aires con respecto a Venezuela, los roces con los principales socios del MERCOSUR, etc.

 

La oposición por largo tiempo dormida, apareció tímidamente, cuestionando lo ocurrido en la provincia de Formosa, donde la violación a los derechos humanos, estuvieron a la orden del día, bajo la excusa de la cuarentena y seguridad sanitaria. Privaciones ilegítimas de la libertad, toques de queda, allanamientos de morada, represión a protestas, negativas de aceptar fallos de la justicia federal en torno a millares de habitantes de la provincia que buscaban volver a sus hogares, maltrato a poblaciones aborígenes.  Todos causales para la intervención federal, pero el gobierno local, peronista, le fue aplicada la máxima del general Perón: Para los amigos, todo, para los enemigos ni justicia.  Más allá de los reclamos, todo quedó en la nada. En muchas provincias, se cometieron atropellos a libertades públicas, cierres de límites interprovinciales, como si fueran fronteras de un estado soberano, toques de queda.

 

Las protestas sociales se hicieron cada vez más fuerte, ante un gobierno que con bolsillos flacos, poco puede afrontar los reclamos de organizaciones sociales sobre más subsidios. Estamos ante un país, que unos 20 millones de personas reciben dinero del Estado., algo realmente insostenible.  El debate político, se redujo desde el “mantra” pronunciado por el jefe de Gabinete Santiago Cafiero, que toda la culpa era del ex presidente Macri, olvidándose – sin ello de reducir responsabilidades del ex presidente Mauricio Macri de su pésima gestión económica -  que desde 1989, ha gobernado el país la misma corriente política, con distintas denominaciones, salvo los períodos 1999 -2001 y 2015-2019. Pero existe en la cultura política Argentina la ausencia de autocrítica y de tener el valor de asumir los errores cometidos.

 

Los profetas del infortunio,  comenzaron en verano, de hablar de una Segunda Ola, y la necesidad de acelerar el proceso de vacunación. El oficialismo se escudó en el relato que en le mundo había escasez de vacunas.  Algo que por cierto era cuestionable, más por el nivel de disponibilidad de vacunas en Estados Unidos. Prueba de ello, el incremento de turistas argentinos, que pudieron pagar el pasaje e ir a vacunarse, sin restricciones a Miami, especialmente. Esto ocasionó otea campaña mediática, por parte de sectores oficialistas, con reflexiones poco felices. Eso si guardando absoluto silencio sobre la propia tropa, en el marco del escándalo del “Vacunatorio VIP”.   Hasta ese entonces, el gobierno incentivó de alguna manera el turismo interno.  Llegó el otoño, los contagios subieron a niveles preocupantes, y una vez más la culpa la tuvo la gente y se intentó imponer restricciones. Olvidándose que los decretos que implantaron la cuarentena, restricciones horarias de movimiento, están al margen de la Constitución Nacional.  Se implanto la prohibición de circular después de las 20 horas, un toque de queda, como si ello fuera una solución al problema.

 

Los problemas de planeamiento y estrategia, tuvo su primera víctima, en la vacuna Spútnik V. No hacía mucho que el desfile de expertos y médicos, señalaban que el plazo de espera era de 21 días para la segunda dosis. Pero parece que el criterio del Ministerio de Salud era otro. Nuevamente el debate público. Lo que ayer era una verdad revelada por la misma Providencia, era papel mojado. Tardíamente la Ciudad de Buenos Aires como la Provincia de Buenos Aires, comenzaron los ensayos para combinar vacunas, de distintos laboratorios, algo que en Europa ya se estaba llevando a cabo.

 

El drama de muchas familias por sus chicos con patologías de base y discapacidad se hizo cada vez más visible.  Estos reclamaban que se comprara un lote de Pfizer para este sector social, que desde hace meses viven condenados a vivir en sus casas con escaso contacto, con sus consecuencias psíquicas y de salud en general. La oposición llevo el debate sobre la Ley de Vacunas, a fin de modificar el término negligencia, que aparentemente impedía que la odiada Pfizer para algunos, llegara al país, aunque sea como donación.  El oficialismo, directamente cerró la posibilidad.  No se conmovieron en nada, ante el clamor de los padres de miles de niños y adolescentes vulnerables al virus por su salud, y condenados a vivir confinados en sus casas, hasta vaya saber cuando.  El gobierno se despertó de su letargo, y emitió un Decreto de Necesidad y Urgencia, habilitando de alguna manera negociar con Pfizer nuevamente, además con los laboratorios Johnson and Johnson, y Moderna, luego de muchos meses perdidos, y por cierto también vidas perdidas por el COVID:

 

El rol de la clase política en la gestión de la crisis sanitaria, ha sido lamentable. Oficialismo y oposición han sido incapaces de construir consensos para lidiar con la grave crisis social y económica que vive el país.  El triunfo de sectores mediocre y sectarios, privaron a la Argentina en su frente externo, de alcanzar acuerdos con el FMI y acreedores internacionales, de conseguir la donación de vacunas de Estados Unidos, además de quedar muy mal parados con Israel, que apostaba a la Argentina para producir una vacuna contra el COVID, por las poca felices palabras de la Cancillería por el conflicto con el grupo terrorista HAMAS.

 

Es un año electoral y de luchas mezquinas. Las partes en pugna no muestran una salida para la crisis actual. El gobierno se aferra a recetas fracasadas, la oposición, también, donde nadie habla de la necesidad de impulsar políticas de desarrollo, diversificación de la economía, y una profunda reforma política, para terminar con los males existentes.  La Justicia, también ha estado ausente en esta crisis, donde los derechos de miles de argentinos se ven vulnerados por normas de seguridad sanitaria, con un resultado exiguo, pero dejando un lamentable antecedente. La imagen externa del país se ha deteriorado, no tiene aliados y el mundo ve con asombro como el Estado deja a su suerte a millares de compatriotas varados, que buscan afanosamente volver a su país.

 

La tragedia que vive la Argentina, dejará profundas marcas que perdurarán por mucho tiempo, siendo responsable de ellos, una clase política mezquina y mediocre, encerrada en sus pugnas por una migaja de poder.

 

 

 

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