La Marina Sueca cumple cinco siglos de existencia
En el marco de la guerra de Ucrania, Estocolmo ha solicitado unirse a
la OTAN. Un proceso para nada fácil que llevará su tiempo, en un contexto de
creciente tensión geopolítica en el Norte de Europa, ante el incremento de la
presencia militar rusa en las fronteras con Finlandia y los estados
bálticos. Las fuerzas armadas suecas,
luego de un proceso de una drástica reducción desde los 90, ha pasado desde hace
unos años a una lenta expansión, incluyendo la introducción del servicio
militar obligatorio. En lo que respecta a la Armada, esta cumple nada menos que
cinco siglos de existencia en esta peculiar circunstancia, imponiendo nuevos desafíos.
Por Jorge Alejandro Suárez Saponaro
Director de Diario El Minuto para Argentina
En 1520 el rey Cristian II de Dinamarca, envió su flota y se apoderó
de Estocolmo, para controlar las rutas comerciales en el Báltico. El rey sueco Gustavo Vasa, adquirió en la
ciudad germana de Lübeck, una flota de diez buques, entregados el 7 de junio de
1522, fecha oficial del nacimiento de la Armada sueca, en la localidad de Slätbaken.
Pero la tradición marinera sueca es de tiempos antiguos, debemos remontarnos a
tiempos de los vikingos. Suecia
históricamente ha tenido una economía estrechamente vinculado a lo marítimo. La
clase dirigente sueca, siempre fue consciente de ello. Erik XIV, sucesor de
Gustavo Vasa, convirtió a Suecia en la primera potencia naval del norte de
Europa. En el siglo XVIII, la marina sueca contaba con una importante flota. A
pesar de los reveses militares en la Gran Guerra del Norte, los dirigentes
suecos siempre tuvieron en cuenta el valor del poder naval. El país contaba con
leyes que garantizaban la protección de los robles, árboles utilizados para la
construcción naval. En la guerra con
Rusia entre 1788/90, la Armada sueca llegó a contar con una poderosa fuerza de
5.000 cañones, una veintena de buques de primera línea, una decena de fragatas
y cientos de barcos menores adaptados a la guerra en el Báltico tripulados por
más de 40.000 marinos. Las pérdidas sufridas, impidieron por largo tiempo
recuperar el potencial de la flota.
A fines del siglo XIX, la Marina sueca, mucho más reducida que en
otros tiempos, contó con sus primeros acorazados y desarrolló una nueva “arma”
la Artillería Costera, que, desde el principio del siglo XX, se transformó en
una de las dos ramas de la Armada, evolucionando hacia un cuerpo de elite,
especializado en combate costero. Durante la Segunda Guerra Mundial, la Armada
sueca, fue objeto de inversiones, dado que la amenaza de una invasión alemana
era una posibilidad, especialmente para garantizar el abastecimiento de mineral
de hierro. En 1939, la Armada Sueca
contaba con una poderosa flota, muy moderna, gracias a su avanzada industria de
armamento y naval. Una larga tradición naval, permitía contar con personal
profesional de primer nivel. En los años
40, la flota sueca contaba con acorazados, cruceros, destructores, torpederos,
submarinos y cientos de buques menores adaptados a la guerra del Báltico,
acompañado por una red de defensa costeras sólidamente construidas. La
movilización de 1942, fue un claro mensaje a Berlín, empantanado en el frente
del Este, y la idea de ocupar Suecia fue descartada.
La Guerra Fría, introdujo el concepto de Defensa Total, que se
trasladó al ámbito naval, con fuertes inversiones. Las fuerzas armadas suecas fueron preparadas
para hacer frente a una invasión a gran escala desde el Báltico. Esto puso en
valor a las fuerzas navales y aéreas para rechazar esta posible invasión. El
mar juega un rol vital en la economía sueca y por ende era prioritario una
adecuada defensa. Los viejos acorazados
y cruceros dieron paso a fragatas y corbetas, además de modernos patrulleros
lanzamisiles, buques de guerra de minas y submarinos. Todos armados con
sistemas punteros de tecnología sueca.
La Artillería de Costa, evolucionó para contar con baterías móviles y
batallones anfibios altamente especializados en la lucha en el litoral y
archipiélagos del Báltico. El fin de la
Guerra Fría, significó la drástica reducción de las fuerzas armadas suecas,
incluyendo las fuerzas navales, especialmente la Artillería de Costa,
denominado desde 2000, como Cuerpo Anfibio, siendo reducido, a la mínima
expresión, ante el nuevo contexto y la ausencia de una amenaza clara. Esta
situación comenzó a cambiar a mediados de la primera década del siglo XXI, y
especialmente a partir de 2014, con la crisis de Crimea y el enfriamiento de
las relaciones de Rusia con Europa y Occidente en general.
La defensa naval ante los
cambios geopolíticos y la posibilidad del ingreso sueco en la OTAN.
La Armada sueca se caracteriza por ser una fuerza moderna,
especializada en el teatro de operaciones del Báltico. Suecia prevé la inversión de 14.000 millones
de euros, en materia de equipamiento de sus fuerzas armadas, y en el caso particular
de la Armada, se prepara un programa para su expansión. Suecia cuenta con 2270 km de costas y miles
de islas, lo que tiene una particular exigencia para los responsables de la
defensa naval del país. Casi el 90% del
comercio exterior, viene por el mar, ingresando especialmente por la ciudad de
Gotemburgo, en el sur del país. No en vano las fuerzas armadas suecas han
realizado importantes ejercitaciones y despliegues en dicha zona, además de
reforzar la defensa de la estratégica isla de Gotland. Otro de los grandes desafíos, en materia de
guerra submarina es la peculiar realidad del Mar Báltico con una profundidad
media de 60 metros y solo algunos puntos donde alcanza los 200 metros,
agregándose la salinidad, las temperaturas.
Los programas para el corto y mediano plazo, lo constituyen la
modernización de los sofisticados submarinos Gotland, la construcción de los
más modernos A26, y en un futuro no
muy lejano, se planifica la construcción de submarinos UB 30 de mayor tonelaje
a los actuales. La almirante jefe de la Marina sueca, Ewa Skoog Haslum,
aventuró a señalar el objetivo para el 2040, será tener doce unidades. En 2030,
está previsto la incorporación de nuevas corbetas, que complementarán a las
cinco Visby, buques de
características furtivas, que en su momento fueron toda una novedad. Estas corbetas están siendo sometidas a una
modernización, que les permitirá mejorar sus prestaciones de guerra
antisubmarinas, misiles antisuperficie mejorados y capacidad para defensa
antiaérea contra misiles. Otras novedades son el desarrollo de barcos no
tripulados, mejorar la capacidad en materia de inteligencia. El Cuerpo Anfibio, está llevando a cabo un
amplio proceso de transformación, para contar con un alto grado de
alistamiento, lo que implica mayores inversiones en movilidad, potencias de
fuego, sensores y velocidad. Los barcos de combate anfibio CB90, serán objeto
de un programa de mejoras y reemplazado por una nueva generación de barcos
similares, más veloces.
El posible ingreso a la OTAN, requiere mayores inversiones en materia
de equipamiento y también en personal.
Los países que ingresaron a la Alianza Atlántica, tuvieron que hacer un
importante esfuerzo financiero para alcanzar los estándares requeridos para ser
parte de dicha organización, poder integrarse en las fuerzas multinacionales y
ser interoperables con las fuerzas aliadas. Esto tuvo un fuerte impacto en
materia de equipamiento. Suecia, no será la excepción, a pesar que viene desde
hace tiempo llevando a cabo ejercitaciones con países de la OTAN.
En 2020, Real Academia Sueca de Ciencias de la Guerra, llevó a cabo
una serie de estudios, sobre los desafíos para la defensa marítima del país. La
dependencia del mar es creciente, no solo por el comercio exterior, sino para
el transporte nacional, lo que incrementa la vulnerabilidad del país en este
aspecto, más teniendo en cuenta el tamaño de la moderna flota sueca, que es
considerada dado el contexto geopolítico, insuficiente. El teatro de operaciones marítimo, está
dividido en tres áreas operativas por el estrecho de Öresund y el archipiélago
de Åland. Gran parte de la población
sueca vive cerca del mar, donde se ubican las principales ciudades y centros
industriales.
El minado de las líneas de comunicaciones fluviales y marítimas, dado
las características del Báltico, la cantidad de islas, el intenso tráfico
costero, son un serio desafío para los estrategas navales. Saben que, en guerra
de minas, demanda fuertes recursos. La gran cantidad de islas, facilita la
infiltración de elementos de operaciones especiales, como de embarcaciones de
ataque de menor porte que pueden generar muchos contratiempos a los países del
área. No en vano Suecia y Finlandia han formado una fuerza naval combinada.
Otros objetivos vulnerables son las instalaciones gas licuado, parques eólicos,
que tienen una creciente importancia para la producción de energía en Suecia.
Conforman blancos ideales para un ataque, en un contexto de guerra híbrida,
donde Rusia ha mostrado sobrada capacidad.
Por otro lado, los parques eólicos, generan interferencias para la
vigilancia radar, algo que puede ser utilizado por cualquier agresor.
Suecia con limitaciones en materia de movilización de recursos humanos
para el ámbito militar, debe apelar a los “multiplicadores de fuerza” con el
uso de drones aéreos y marítimos, que puedan portar armas. Los desarrollos en
materia inteligencia artificial serán vitales para el uso efectivo de estos
medios.
Los desafíos de la Armada Sueca es el uso de la vigilancia,
especialmente para seguridad de puertos, lo que demanda también contar con una
adecuada fuerza submarina, y sensores adecuados para el monitoreo del espacio
marítimo. Una amenaza que ha percibido la citada Academia, es el uso de barcos
mercantes, que pueden ser empleados para el desembarco de fuerzas enemigas
camufladas. Ello requiere mayor inversión en las fuerzas de superficie para una
vigilancia de largo alcance. Las
corbetas, dado la amenaza balística y de misiles, contaran con sistemas para
contrarrestarlos, o por lo menos para proveer una adecuada defensa a la flota
en caso de ataque a escala con estos medios. La ciberseguridad cobra especial
importancia.
Otro aspecto importante, es la diplomacia naval, destinada a generar
lazos de confianza en el Báltico y fuera también. El objetivo es facilitar la
interoperabilidad con las fuerzas de la OTAN e incrementar la proyección
internacional de Suecia, siendo ejemplo de ello el despliegue de medios en
operaciones contra la piratería en Somalia, además de ser mecanismo para
promover la seguridad regional y propia. Para Estocolmo cobra vital importancia
mantener lazos estrechos con los países escandinavos en el plano de la defensa
y seguridad.
Una Armada pequeña pero potente.
La marina sueca, cuenta con un jefe de marina, con funciones
administrativas y de adiestramiento, dado que la conducción operacional recae
en manos del Comando en Jefe de las Fuerzas Armadas. Recordemos que las fuerzas miliares suecas,
fueron unificadas en los años 90. Las distintas ramas, conservan solo
uniformes, jerarquías propias. Educación, sanidad, inteligencia, y logística
están unificadas. La Marina cuenta con
una flotilla de submarinos, dos flotillas de superficie, dos regimientos
anfibios, y el centro de guerra naval.
Los medios incluyen cinco modernos submarinos, destacándose los
Gotland con propulsión independiente del aire, 7 corbetas (2 que serán pronto
reemplazadas y cinco modernas Visby), 9 buques guerras de minas, 14
patrulleros, 147 lanchas de combate anfibias CB90, 1 buque de inteligencia y
varios auxiliares.
Las fuerzas navales suecas cuentan con unos 2300 cuadros permanentes y
5.000 conscriptos. Hay dos bases navales principales. Una en la isla Muskö, en
la región de Estocolmo, y la otea base al sur, en Karlskrona.
Estamos ante una fuerza naval pequeña, destinada a la defensa de los
intereses suecos en el Mar Báltico. Las inversiones están orientadas a
incrementar la capacidad de defensa de las líneas de comunicación marítima, la
defensa contra la proyección de fuerzas en territorio propio, observándose un
esfuerzo para mejorar las capacidades de cuerpo anfibio. Dado las limitaciones
para contar con una fuerza que ejerza un adecuado control del mar, se ha optado
por incrementar capacidades de negación del mar, por medio de una moderna
fuerza de submarinos, arma de alto valor estratégico, especialmente para
recopilación de inteligencia, vigilancia y para bloquear accesos marítimos a
una fuerza naval adversaria de magnitud.
Las limitaciones en recursos humanos y materiales, demandan el uso de
recursos tecnológicos punteros, como el empleo de drones, avances en
inteligencia artificial aplicado a la defensa, incremento de las capacidades de
alerta temprana, ciberguerra, vigilancia, que permita con debida anticipación,
contrarrestar un posible ataque al territorio sueco.
Los estrategas suecos de manera inteligente invierten los recursos del
país, para contar con una defensa naval flexible y moderna, que permita compensar
las limitaciones en medios, con movilidad, poder de fuego y una adecuada alerta
estratégica, las capacidades de un adversario potencial como Rusia.
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