La crisis de las Fuerzas Armadas. Necesidad de su reconstrucción y transformación

 






nota publicada en 

Revista Defensa y Seguridad año 16 nro 86/87 (2018)

 

Si existe una actitud más peligrosa que asumir que la próxima guerra será

exactamente igual que la última, sería imaginar que la próxima guerra será

tan sumamente diferente que nos podemos permitir ignorar lo aprendido

en la última.

Sir John C. Slessor.

Antiguo mariscal de la Real Fuerza Aérea británica.

 

Por Jorge Alejandro Suárez Saponaro

Abogado Magíster en Defensa nacional

 

Las Fuerzas Armadas atraviesan una crisis que perdura hace décadas y no obstante el cambio de gobierno, la crisis persiste y no se vislumbra soluciones de largo plazo. Esta situación puede calificársela de grave, en atención al mundo en el que estamos insertos  y los desafíos que imponen los conflictos del siglo XXI. Esta situación nos lleva a reflexionar que las Fuerzas Armadas (FFAA) no solo deben ser objeto de una reconstrucción por su difícil situación, sino de una verdadera transformación en atención a los cambios que impone el siglo XXI.

 

El panorama estratégico

 

El llamado 11 – S, sin ninguna duda fue un antes y un después, la llamada “Guerra contra el Terror” que abrió paso a nuevos conflictos. La OTAN, sufre una transformación que viene desde la caída del Muro de Berlín, para extender su actuación fuera del teatro de operaciones europeo. Su expansión hacia el Este, genera tensiones con Rusia, que no ve con buenos ojos el establecimiento de una constelación de bases frente a sus narices, especialmente con el ingreso de los países bálticos a la Alianza. La presencia de la OTAN en el revoltijo afgano, no solo preocupó seriamente a los ayatollahs de Irán – un estado paria para la administración Bush – sino a chinos y rusos, por el valor estratégico y su proyección para el control de Asia Central, una zona que siempre ha sido muy sensible a los intereses rusos y también para China, un aspirante a convertirse en una potencia global.

 

En el marco de la Guerra contra el Terror existen otros intereses, especialmente por el control de fuentes energéticas, puntos estratégicos y el establecimiento de bases para extender la influencia propia en regiones determinadas, que permitan el mantenimiento de la hegemonía global de Estados Unidos y en menor medida, de sus aliados. La Guerra de Irak en 2003, puso de manifiesto las reales intenciones de Washington de controlar de manera efectiva fuentes energéticas y reforzar su presencia en el avispero del Oriente Medio. Esto genera nuevas tensiones geopolíticas, así observamos la crisis con Irán por su programa nuclear, la imposibilidad de una salida ordenada de Afganistán y la expansión del terrorismo, plantearon nuevos desafíos a los sistemas de seguridad.  En un informe del ministerio de defensa ruso de 2004, puso de manifiesto el peligro de los actores estratégicos no estatales, especialmente por la creciente alianza de organizaciones criminales con el terrorismo.

 

En la crisis de los regímenes árabes, el desprestigio de los regímenes existentes, la pobreza, sin ninguna duda fueron un caldo de cultivo para la expansión del yihadismo. En este contexto tienen mucho que ver los regímenes conservadores del Golfo Pérsico, especialmente Arabia Saudita, que por razones religiosas, políticas y estratégicas es el sustento ideológico y hasta económico de muchos grupos. La guerra civil siria es un ejemplo claro. El estallido de la Primavera Árabe, abrió las puertas a nuevos escenarios. La errónea decisión de apoyar la caída del régimen de Gaddafi, transformó al país en un “pozo negro” gobernado por el caos, donde inmensos arsenales quedaron en manos de organizaciones terroristas que se transformaron en un problema regional de magnitud. Así observamos la crisis de Malí, donde los grupos terroristas pusieron contra las cuerdas al país, que se salvó gracias a la intervención extranjera, liderada por Francia.

 

El caos iraquí, promovido por los serios errores políticos de Estados Unidos, alimentó una organización mucho mas siniestra que al Qaeda, el DAESH o Estado Islámico. Organización que gracias al derrumbe del estado iraquí, prosperó por la tolerancia y hasta determinados apoyos regionales, en un intento de manipularlo, como el caso de Turquía contra los kurdos y también contra Siria e Irak, por la vieja disputa por el control de las aguas del Tigris y el Eufrates. Las monarquías conservadoras del Golfo lo ven como un arma contra los chiítas y el régimen irani, además del odiado régimen laico de al Assad, aliado clave de Irán. El Estado Islámico, con una agenda extrema, gracias a la explotación de recursos energéticos, el control de población, el comercio ilegal que va desde la trata de personas, antigüedades y combustibles, entre otras cosas, lo transforma en el grupo terrorista más rico del mundo. Se ha ido de control de sus tutores y se transformó en una amenaza regional. Responsable de genocidio – no castigado por razones políticas de los actores involucrados – genera terror y en el marco del desastre sirio, se expandió. Millones huyen de la muerte y la crisis migratoria se transforma en un drama global. Rusia, Irán y en menor medida China, no están dispuestos de perder posiciones en el Oriente Medio y evitar también que se transforme en un santuario para terroristas, que tarde o temprano llegarán a sus países. Así Siria, sobre la base de un conflicto interno, se transformó en un campo de batalla de otros actores, que intervienen a través de terceros o a veces directamente. Otro ejemplo, es la crisis de Ucrania, donde Rusia y Estados Unidos entraron abiertamente en pugna. En el Pacífico, China emerge como poder global y la tensión en el Mar de la China Meridional es creciente, especialmente por el creciente interés de Pekín de controlar islas y puntos estratégicos. Observamos fuertes inversiones en armamento y tecnología. Estados Unidos, no solo refuerza sus aliados tradicionales, sino busca acercarse a países como Vietnam, donde recientemente el presidente Obama anunció el fin del embargo de armas.

 

África es otro campo de batalla, pero a futuro, a pesar de la existencia de conflictos armados, muchas veces ligados al tema energético y donde compiten otros actores. China ha puesto un pie y trabaja enérgicamente con inversiones, ayudas, etc.  Estados Unidos no ha permanecido pasivo y a través del AFRICOM (comando estratégico creado por el Pentágono para el continente africano) promueve programas de cooperación e intenta incrementar los lazos con la Casa Blanca. Los aliados europeos no permanecen ajenos, especialmente Francia.

 

Las guerras se caracterizan por la intervención de muchos actores, estatales y no estratégicos, dificultad para diferenciar entre combatientes de la población civil, empresas militares (un fenómeno que por estas latitudes deberíamos estudiar de cerca) que en más de un caso han jugado un papel clave, combates urbanos, escenarios asimétricos, ONG’s y nuevas reglas de empeñamiento motivados por restricciones políticas. En el marco de estas guerras, no solo observamos el desarrollo de nuevas tecnologías, especialmente en comunicaciones, designación de blancos, guerra electrónica, armamento guiado, sino donde se llevan a cabo los combates.  En el marco de los conflictos del siglo XXI cobra importancia la seguridad del ciberespacio, telecomunicaciones, redes satelitales, que ha llevado a muchos países de hablar de “ciberguerras” con el objeto de “blindar” un ámbito que llegado el caso puede llevar a un país al colapso. Un ejemplo es el “virus” informático plantado por agencias de inteligencia occidentales a las computadoras del programa nuclear iraní, que generó serios contratiempos en el proceso de enriquecimiento de uranio.

 

La región no está exenta de amenazas, la creciente presencia de China, Rusia, preocupan a Estados Unidos. La creciente expansión del crimen organizado, la debilidad institucional por la corrupción, llevan al colapso a los Estados. Haití es el caso extremo de ello. El poder de las organizaciones criminales ha llegado a tal magnitud que son un desafío para las estructuras estatales, como en México o países de América Central. La ayuda de Estados Unidos ha sido de vital importancia en muchos casos, como Colombia, que permitió dar duros golpes al narcoterrorismo.  El plan de paz de Colombia genera interrogantes sobre el destino de muchos miles de desmovilizados, que puede ser factor de problemas, sino se adoptan controles fronterizos adecuados. No obstante ello, la amenaza terrorista es una realidad, como fue la muerte de varios soldados paraguayos en el mes de septiembre de 2016, a manos del Ejército Popular Paraguayo o EPP. Los problemas de control de fronteras y determinados espacios territoriales, facilita la instalación de otros actores, que gracias a la falta de infraestructura y presencia del Estado prosperan y desafían al propio Estado.

 

Las ideas de internacionalización de la Amazonia, siguen presentes, a ello se suma la presencia creciente de flotas pesqueras en las aguas del Atlántico Sur, agravándose el control de facto por parte de una potencia extrarregional de vastos espacios, apoyado por un importante dispositivo militar, con base en las Islas Malvinas, que le habilita proyectarse sobre los accesos interoceánicos y la Antártida. En este último caso, la presencia de China se ha incrementado sustancialmente, en el marco de su proyecto global de poder. El impulso de conflictos internos desde el exterior, como es el caso del indigenismo, que sobre la base de la marginación y pobreza de un importante sector de la población, en más de una ocasión se fomenta a grupos radicalizados, que ponen en duda la integridad de los estados de la región..

 

América Latina es poseedora de importantes recursos, muchos de los cuáles son críticos y/o estratégicos, como el caso de las llamadas “tierras raras” poseedoras de minerales de vital importancia para las industrias espacial, armamento, telecomunicaciones, informática, etc. Esto pone a la región en la mira de poderosas multinacionales, que actúan en más de un caso como actores estratégicos. Entre las grandes mineras reconocidas que operan en la región, se encuentran empresas que en África a fin de defender sus intereses no dudaron en recurrir a empresas militares privadas. El drama de las migraciones masivas, pone a la región en la agenda, dado sus grandes vacíos demográficos.  

 

En este complejo panorama, solo un vistazo general de ello, se encuentra la Argentina, que no puesto en marcha su sistema de defensa nacional, no cuenta con una inteligencia de nivel estratégico y a todas luces el Estado tiene serios problemas para estar presente en una extensa geografía, especialmente en puntos vulnerables desde lo estratégico.

 

La agonía del Sistema de Defensa Nacional

 

En 1987 el país tuvo una nueva Ley de Defensa Nacional, que articuló el Sistema de Defensa Nacional y fijo una serie de medidas para poner en funcionamiento este sistema. Los años pasaron, la inversión en el sector defensa cayó estrepitosamente, llevando al Instrumento Militar a una situación delicada. En 2006 el Ministerio de Defensa comenzó a impulsar una serie de cambios, que terminó en la reglamentación de la Ley de Defensa Nacional, que solo contribuyó a complicar aún mas las cosas y contradecir la propia ley que venia a reglamentar o poner en práctica, agregándose el hecho que el decreto solo reguló parte de la ley.  Mientras nos hablaban de cambios, de “subordinación militar” al poder civil, en la región nuestros socios realizaron importantes esfuerzos para modernizar sus sistemas de defensa, teniendo dos modelos ejemplares los casos de Perú y Chile, más allá de Brasil, que sus aspiraciones de liderazgo regional con proyección global se tradujo en inversiones militares significativas. La brecha tecnológica entre dichos países y la Argentina se incrementó significativamente, haciendo inviable cualquier idea de crear un subsistema de defensa regional. Otra de las ideas peregrinas de los políticos, dado que para construir un sistema de defensa colectivo, no solo debe haber intereses comunes, sino también percibir amenazas comunes. Algo que ha sido complicado de consensuar en la región, agregándose el hecho que la Argentina considera que no tiene ningún tipo de escenario de conflicto. Toda una contradicción.

 


No aburriremos a los lectores de DEYSEG de adquisiciones, limitadas en estos últimos veinte años y que no han repercutido en la recuperación de capacidades perdidas y que se siguen perdiendo. Hemos llegado a que la Fuerza Aérea Argentina (FAA) no cuente con aviación de caza y por ende, el espacio aéreo está completamente indefenso. También nuestros mares están completamente desprotegidos y la situación pareciera que el corto plazo se revierta, más en con el terrible déficit fiscal que tiene el país.  En síntesis, las FFAA se caracterizan por no responder en su diseño y organización a las exigencias derivadas del marco internacional, regional y nacional. Observándose el mantenimiento de capacidades mínimas, que le permiten realizar misiones vinculadas a operaciones de mantenimiento de paz, apoyo de la comunidad y a operaciones de seguridad interior. 

 

El material envejece, no hay recursos para adiestrar a nuestros soldados, pilotos y tripulaciones, a lo que cabe agregar años de escarnio público, desvalorización de la carrera militar y hasta cuestionamientos públicos dentro del arco político sobre la existencia de las FFAA.  Problemas salariales, falta de horizontes profesionales, la desmoralización ha provocado la fuga de cientos de cuadros altamente calificados.  Esto afecta especialmente a los pilotos.  A ello se une la confusión de funciones con las FFSS, que intentan avanzar sobre áreas de las FFAA, especialmente sobre la posible compra de aeronaves artilladas para Gendarmería y de inteligencia electrónica, como también la existencia de voces que quieren que las FFAA se transformen en suerte de “policías militarizadas” para combatir el narcotráfico.

 

La Ley de Defensa establece misiones y responsabilidades claras a las FFAA, a ello se une una realidad geoestratégica regional y mundial que impone la necesidad de realizar profundos cambios y adoptar medidas urgentes para que el país cuente con un Instrumento Militar apto para actuar en el campo de batalla futuro.

 

La Defensa Nacional y los desafíos a futuro

 

La Argentina, nuestro modesto juicio, tiene frente a sí diversos desafíos, destacándose:

  • La sustracción de recursos naturales de nuestros espacios marítimos poniendo en riesgo la existencia de dichos recursos.
  • La presencia de actores estratégicos ajenos a la región con pretensiones expansionistas sobre aguas jurisdiccionales propias.
  • La expansión del narcotráfico y desarrollo a gran escala del crimen organizado que amenacen la estabilidad política de la Nación (x).
  • Las amenazas transfronterizas que abarcan la existencia en territorio argentino de estructuras ligadas al terrorismo internacional, adiestramiento en Estados vecinos de grupos terroristas que amenacen a la Argentina y el descontrol de las fronteras por parte de países vecinos fomentando el contrabando, tráfico de drogas y otras actividades ilegales que afecten a nuestra seguridad.
  • La creación, dotación y adiestramiento de formaciones armadas ilegales (x).
  • Amenaza a infraestructuras de telecomunicaciones, informáticas, etc.
  • La superposición de reclamos de soberanía en la Antártida Argentina.
  • Los problemas ambientales que abarcan la contaminación con residuos industriales, químicos y nucleares a nuestra plataforma continental, depredación de la flora y fauna, radicación de industrias contaminantes; presiones que, aduciendo razones de preservación ecológica,  que afecten intereses argentinos y, llegado el caso, disputas para ejercer la soberanía de determinadas áreas del territorio (ej.: las ideas de internacionalización de la Amazonia y la Patagonia).
  • El tradicional escenario de la amenaza de uno o más Estados en desmedro de nuestros intereses nacionales.

 

Los desafíos enunciados, plantean la reforma del decreto 727 de reglamentación de la Ley 23.557 de Defensa Nacional, no solo por sus vicios legales, sino que está lejos de la realidad estratégica en la cual se inserta nuestro país. El limitar las agresiones externas, a un actor estatal y/o fuerzas armadas de un estado, constituye un serio condicionante a ante escenarios que pueden involucrar actores estatales que apoyen organizaciones armadas ilegales dentro de las fronteras nacionales, o el accionar de actores estratégicos no estatales que puedan agredir al Estado argentino, desde bases ubicadas en otros Estados.

 

La reconstrucción de las FFAA

 

El deterioro de las FFAA, sin ninguna duda nos lleva a pensar que no debemos hablar de “modernización” sino de una “reconstrucción” con el objetivo de terminar con el proceso de degradación de capacidades, recuperar un nivel mínimo de operatividad. En una primera etapa, las FFAA tengan la capacidad de enfrentar con aceptable grado de éxito, situaciones críticas que pudieran producirse en áreas fronterizas, tanto terrestres como marítimas. Como segunda prioridad, las FFAA deberán seguir contribuyendo a las operaciones de mantenimiento de paz, apoyar a las FFSS en los términos de la Ley 24059 de Seguridad Interior y apoyo a la comunidad, tanto en casos de desastre como en programas de desarrollo.

 

Las FFAA no han realizado cambios en su estructura y despliegue desde hace décadas, constituyendo en muchos casos una pesada carga presupuestaria. Dado la realidad estratégica, sin ninguna duda hay que pensar en cambios importantes, agregándose el hecho de los recursos siempre escasos, que impiden no solo la modernización de material en uso, sino su reemplazo. Es por ello que una primera etapa, la Política de Defensa Nacional debería contemplar, en una primera etapa un plan de reconstrucción cuyas acciones deberían centrarse en

  • Continuar con el esfuerzo en materia de educación, mejorar la calidad del entrenamiento y elevar la calidad de vida del personal militar, tanto de personal de cuadro como tropa, con el objetivo de elevar la moral y motivación profesional;
  • Revisar el despliegue estratégico, que debe ser menos disperso, con el fin de que posibilite ocupar y defender las áreas más sensibles del territorio nacional; un plan de racionalización que  incluirá los estudios atinentes a la eliminación de organismos redundantes, sustitución por una organización conjunta en aquellos casos que las operaciones a desarrollar lo haga necesario, sin estructuras burocráticas repetidas con el consiguiente ahorro de dinero (sin ninguna duda habrá que tomar decisiones drásticas, pero necesarias para la supervivencia de la institución militar);
  • Modificación de la estructura de conducción prevista por el decreto 727/2007, creando un Cuartel General de Operaciones Conjuntas (comandante del teatro de operaciones) que contará con sus comandos componentes terrestres, naval y aéreo, reconstruyendo la estructura de comando de la Ley de Defensa (1);
  • Revisar las estructuras de personal, especialmente en materia de tropa, cuadros de niveles jerárquicos inferiores y superiores (2);
  • Sistema de reservistas, que permita mantener reservas de cuadros y tropas aceptablemente instruidas, que permitan completar o crear unidades, que en tiempos de paz se encuentren incompletas o que solo figuren en documentos de planeamiento;
  • Creación de un comando o cuartel general conjunto de operaciones especiales, con responsabilidades en materia de operaciones de apoyo a la información militar, contraterrorismo, acciones directas, ayuda humanitaria, armas de destrucción masiva, guerra no convencional,  reconocimiento especial, seguridad de fuerzas propias y/o aliadas (3);
  • Organización conjunta de la sanidad en aquellas áreas que no sean específicas;
  • Sistema de comando y control a nivel estratégico común a las tres armas;
  • Recuperación gradual de los sistemas de armas que sean considerados útiles par el mediano plazo, especialmente en aquellos casos que potencie la capacidad disuasiva. Ello no impedirá que las inversiones en el corto plazo preste especial atención a la mejora de la preparación para el combate, control y vigilancia de los espacios aéreos y marítimos; mejoras en la capacidad de transporte; sistemas de obtención de información, vigilancia y reconocimiento; guerra electrónica, inteligencia y comunicaciones; y mejoras en las capacidades en materia de ciberdefensa.

 

En lo que concierne a cada fuerza en particular, en este Plan de  Reconstrucción, en el caso del Ejército, consideramos pertinente reemplazar el comando de adiestramiento y alistamiento – como se debería hacer con las otras FFAA – por un comando de operaciones, que actuará como comando componente del TO.  En esta estructura deberá contemplarse la creación de un “componente territorial” con responsabilidades de protección de objetivos vitales; apoyo a tareas de defensa civil; adecuada protección  en el área de retaguardia; neutralización de focos de beligerancia; movilización de recursos; gestión de sistemas logísticos. Por otro lado se organizará una Reserva Estratégica o Fuerza de Empleo Variable, formada por unidades blindadas/mecanizadas, aeromóviles, operaciones especiales y paracaidistas, también dependiente del comando de operaciones.

 


Las fuerzas terrestres, padecen de una fuerte descompensación de personal, observándose un notable desbalance entre la tropa y el personal de cuadro. Ello demanda una profunda revisión, dado que el existe una imperiosa necesidad de soldados voluntarios para que las unidades funciones correctamente. Asimismo deberá revisare los efectivos de otras jerarquías, donde hay exceso de personal y carencias, por ejemplo en materia de grados inferiores No obstante ello, las reducciones de los últimos treinta años, significó que el espacio a defender por las fuerzas terrestres, se ha incrementado sustancialmente, aspecto que impacta en su equipamiento, adiestramiento, despliegue y doctrina. Por ende cobrarán importancia las fuerzas aeromóviles y el incremento del poder de fuego (4), acompañado de otras acciones como mejoras en la protección individual, potenciar la “letalidad” de las unidades (a través de mejoras en el armamento colectivo e individual, combate nocturno, sistemas de adquisición de objetivos) y la capacidad de supervivencia, cobrando importancia por ejemplo la artillería antiaérea, defensa contra misil y pequeños proyectiles (5),  defensa antitanque. También será relevante la adquisición de helicópteros que permitan realizar operaciones aeromóviles a nivel batallón, así como incrementar las capacidades de las unidades de aviación asignadas a las brigadas, y el contar un escuadrón de helicópteros de ataque (6).

 

El resultado será contar con una fuerza de unos 50.000 efectivos, que tendrá una limitada capacidad convencional, pero con un incremento sustancial de los elementos operativos que tendrán mayor poder de fuego y movilidad.

 


La Fuerza Aérea Argentina o FAA atraviesa una situación crítica, actualmente opera 170 aeronaves,  desplegadas en ocho brigadas aéreas. La baja del sistema de armas Mirage ha significado la pérdida de la capacidad de defensa del espacio aéreo.  A ello se suma la situación del sistema de armas A-4AR, que pronto saldrán de servicio. En materia de entrenamiento la situación también es crítica. La dura realidad que atraviesa la institución, implicará atravesar por un proceso de racionalización orgánica, que deberá tener como eje la concentración más homogénea de material, para racionalizar el esfuerzo logístico y en el menor número de bases posible En el marco de estos cambios deberá recrearse el grupo de construcciones, en atención a la necesidad de contar con una unidad que lleve a cabo determinadas obras (7).  Esto significará la reducción de las brigadas aéreas, también en materia de personal habrá que adoptar previsiones.

 


La Fuerza Aérea de Canadá con 370 aeronaves, tiene un número de efectivos similar a nuestra FAA, cuando esta opera la mitad de aeronaves. También deberá realizarse estudios en cuanto al despliegue, atento la situación de los teatros de operaciones austral y norte, teniendo siempre en cuenta las deficiencias en materia de infraestructura.  En lo que respecta al equipamiento las prioridades deberían centrarse en la puesta en servicio de un sistema de entrenamiento, ya sea adquiriendo una aeronave nueva o a través del régimen de alquiler (8) buscar una solución a la baja del sistema de armas Mirage y su reemplazo como mínimo por un escuadrón de caza (9), potenciar la aviación de transporte (10) continuidad con el programa Pampa con algunas modificaciones (11); modernización del sistema Pucará (12); continuidad con el plan de radarización (13) y adquisición de algún sistema de defensa antiaérea en reemplazo del Sistema Roland y Skyguard (o en su defecto su modernización). Finalmente consideramos indispensable, la adquisición de aeronaves de alerta temprana y operaciones electrónicas, dado la necesidad de complementar los radares del SINVICA.

 


El resultado de las reformas significará contar con una FAA que recuperará cierto grado de operatividad, incrementando su capacidad de vigilancia y control del espacio aéreo, mejoras en el adiestramiento, contar con un escuadrón de caza, que permita mantener tripulaciones entrenadas y capacitadas para cuando los recursos lo permitan, operar un moderno avión de combate, ejecutar operaciones en apoyo a la seguridad interior, disponer de medios adecuados para contrarrestar la violación del espacio aéreo y una limitada capacidad de transporte táctico. Sin ninguna duda, la FAA propuesta estará desplegada en menos bases, posiblemente con un menor número de aeronaves a las actuales, pero con un grado de operatividad mayor, que permita incrementar el número de horas de vuelo, vital para mantener un nivel de preparación mínima.

 

La Armada Argentina también se ha visto seriamente afectada por la caída de las inversiones estos últimos treinta años. Esto afectó especialmente la capacidad de proyección del poder naval con la baja del portaaviones ARA 25 de Mayo y el buque anfibio Tipo LST ARA Cabo San Antonio. El embargo de armas impuesto por el Reino Unido, que se ha endurecido los últimos tiempos, ha limitado la operatividad de las fragatas Meko 360, que emplean plantas motrices de factura británica. La Aviación Naval por falta de inversión, ha perdido capacidades con el envejecimiento del material y sin miras a corto plazo de acciones para recuperarlas o por lo menos mantenerlas. Esto afecta especialmente las capacidades de lucha antisubmarina, patrulla, vigilancia, sostén logístico.

 

El extenso espacio marítimo a proteger, la presencia de actores extrarregionales con pretensiones sobre los recursos marinos, unido a la importancia estratégica de los pasos interoceánicos y los vínculos de nuestro país con la Antártida, demandan contar con un poder naval que requiere capacidades muy superiores a las actuales. Los limitados recursos imponen la necesidad de tomar una serie de medidas, que por lo menos mantengan un mínimo de capacidades, con la posibilidad de incorporar otras, para que el país tenga una discreta presencia, pero efectiva en sus espacios marítimos, incrementando sustancialmente los días de navegación y mejoras en la calidad del adiestramiento de las tripulaciones.

 

En materia de personal, la Armada precisa ser objeto de una profunda revisión. Por ejemplo si tomamos el caso de la Marina Real de los Países Bajos, esta cuenta con 10.000 efectivos, incluyendo 2.300 infantes de marina y opera una fuerza naval con un número de buques similar a la Armada Argentina (13). Mientras que en el caso argentino, el número de efectivos alcanza los 20.000 aproximadamente, lo que sin ninguna duda nos lleva a pensar que es preciso hacer cambios.

 


Los cambios propuestos más importantes serían en materia de equipamiento, según nuestra visión, la modernización de las fragatas Meko 360, o en su caso la adquisición de buques en el mercado de segunda mano; mejoras en las capacidades de las corbetas Meko 140, que deberán incorporar mejoras en sus sensores, munición de última generación, nuevos sistemas de defensa AA y misiles antibuque de mayor alcance (en el mercado hay medios de 150/200 km  de alcance), puesta en servicio del submarino ARA San Luis y terminación del ARA Santa Fe (14), modernización de los aviones de patrulla marítima P3 y adquisición de aeronaves adicionales, que en todos los casos requerirá su modernización. También es preciso modernizar los Sea King y adquirir helicópteros para reemplazo de los veteranos Aloutte III y  Fennec.  La modernización de los cazas Super Etendard y el incremento del número de aviones antisubmarinos Grumman S-2T Turbo Tracker, se pueden realizar a costo moderado. El objetivo es mantener capacidades con vistas al futuro.  La recuperación de la posibilidad de operar buques anfibios, es factible tanto en el mercado de segunda mano como otras posibilidades (ejemplo, buques Makasar). Finalmente el mercado de segunda mano ofrece la posibilidad de recuperar buques de guerra de minas, de suma importancia para nuestras áreas focales.

 


En el corto plazo, la Armada habrá recuperado la capacidad de desembarcar un batallón de infantería de marina, mantener operativo un mínimo de 3 o 4 submarinos; la Flota de Mar podrá disponer de un núcleo de fragatas y corbetas modernizadas, que por sus capacidades podrá realizar tanto tareas de presencia en el mar, como de seguridad; la aviación naval contará con capacidades mínimas de patrulla, exploración, lucha antisubmarina, apoyo táctico, y vigilancia. Asimismo, el poder adquirir un buque de asalto anfibio, le permitirá a la Armada recuperar una capacidad perdida y también llevar a cabo un amplio abanico de misiones.

 

El proceso de reconstrucción permitirá a costos razonables, recuperar una serie de capacidades, que no solo fortalecen la defensa nacional, sino a otras acciones donde las FFAA son parte, especialmente en apoyo a la seguridad interior, a la comunidad y en operaciones de mantenimiento de paz. En las páginas de Defensa y Seguridad hemos hablado sobre la recuperación de determinadas capacidades, contribuyen a la seguridad de la Nación, especialmente en espacios fronterizos y áreas de valor estratégico (ejemplo: los mares) y al apoyar a diversas agencias del Estado a contrarrestar amenazas no convencionales, que de manera creciente podrán transformarse en amenazas de mayor magnitud.

 

Mirando al futuro. La transformación de las FFAA

 

El Plan de Reconstrucción permitirá mantener una “fuerza base” con una serie de capacidades, nivel de operatividad y preparación, que facilitará la transición hacia un Instrumento Militar para el campo de batalla del siglo XXI. A ello cabe agregar la necesidad de analizar en profundidad, desarrollar una estrategia de defensa A2/AD, siglas que significan “anti acceso/denegación de área”. Las estrategias anti-acceso pretenden dificultar el despliegue de fuerzas en el teatro de operaciones, las de negación de área buscan dificultar la conducción de operaciones en zonas donde el adversario no impide el acceso. Los desarrollos en misiles antiaéreos, antibuque, submarinos, vehículos aéreos no tripulados, armas antisubmarinas, minas, aviación de combate y otros medios que puede ser de utilidad en operaciones asimétricas.

 


Las estrategias A2/AD han sido objeto de preocupación por parte del Pentágono, ha significado enormes costos para contrarrestarlas. Incluso ha planteado un debate doctrinario. Es por ello lo consideramos un camino a seguir para la Argentina, en atención a la situación de las FFAA, las capacidades industriales y las posibilidades políticas de adquirir sistemas de armas fuera del país.

 

En atención que el principal problema estratégico para la defensa de la Nación, son los espacios marítimos, en una primera etapa, desarrollar una estrategia A2/AD, la consideramos factible, dado que los medios actuales, modernizados en más de un caso pueden emplear misiles de largo alcance (buques, aviones, helicópteros) apoyados por un moderno sistema de alerta temprana, guerra electrónica y medios de patrulla de largo alcance. A ello cabe sumarle la modernización del arma submarina, unidades de guerra de minas y mejoras en materia de lucha antisubmarina.  Las capacidades adquiridas permitirán contar con una Armada de negación del mar, pero dado el valor del espacio marítimo argentino, no solo por sus riquezas, sino también por los accesos interoceánicos y como medio de comunicación con el mundo, demanda avanzar hacia una fuerza naval con cierta capacidad de control del mar. En el mediano plazo contar con un portaaviones de 25.000/30.000 t no debe ser una quimera, sino una realidad (15). Este medio factible de ser construido en el país y al costo de una moderna fragata, permitirá con núcleo de escoltas modernizados patrullar los confines del Mar Argentino y proveer defensa en profundidad. En este futuro no tan lejano, la capacidad de proyección del poder naval a tierra debería contemplar un buque de proyección estratégica o LHD, con el objetivo de poder desembarcar la totalidad de la Fuerza de IM de la Flota (16).  

 


En el caso del Ejército, las características geográficas del país, sin ninguna duda, deberá apuntar a incrementar su movilidad táctica. Dado los recursos existentes en el corto plazo, en el marco de nuestra propuesta solo habrá desarrollado capacidades de combate no convencional, poniendo una especial atención a la posibilidad de operar en escenarios urbanos, en aislamiento geográfico. Dado la reducción de su tamaño, las fuerzas terrestres tendrán exigencias en materia de supervivencia en el campo de batalla, protección, comunicaciones, comando y control, letalidad. El Ejército del siglo XXI deberá estar en aptitud de combatir contra fuerzas superiores, es por ello que cobrará importancia incrementar su poder de fuego, protección (armas antitanque y antiaéreas modernas) y el desarrollo de unidades de adiestramiento especial. La magnitud de los efectivos, sin ninguna duda precisará contar con una reserva activa de un elevado nivel de preparación (fuerzas territoriales). Las fuerzas mecanizadas/blindadas no quedan fuera de este proceso y deberán contar con medios modernos, potenciados por el empleo de modernos sistemas de reconocimiento, adquisición de objetivos que permitan golpear en la profundidad del dispositivo enemigo. En este marco cobra importancia las fuerzas helitransportadas/paracaidistas, modernos sistemas de artillería y helicópteros de ataque.

 


La actitud defensiva de la Defensa argentina, impacta en el concepto operativo de la FAA, llegado el caso de agresión, será el atacante quién determinará el centro de gravedad, oportunidad y empleo de los medios aéreos. En una primera instancia, la defensa aérea deberá hacer frente a los mayores retos. Será clave contar con una moderna cobertura aérea con radares, baterías antiaéreas, aviación de combate y elementos de comando y control. Complementado por modernos medios aéreos de vigilancia – tripulados o no – guerra electrónica, perfectamente integrados. Siendo indispensable para todo ello, contar con un elevado grado de alistamiento y alerta.  La FAA requerirá una moderna aviación de combate, con capacidad multi role, cuya capacidad de disuasión residirá en disponer de unas capacidades de combate de primer orden por medio de modernos sistemas de armas con armamento aire- aire tanto para combate aéreo guiado por radar, como para combate aéreo visual, y un armamento aire-suelo de amplia variedad, letalidad, alcance y precisión.  También deberá tenerse en cuenta el desarrollo de un moderno sistema de vigilancia,  reconocimiento, inteligencia, y adquisición de objetivos o ISTAR. Los medios requeridos no solo serán aeronaves y vehículos aéreos no tripulados, sino también el planeamiento deberá tener en cuenta el uso de satélites de observación y comunicaciones.

 

La aviación de transporte deberá contemplar recuperar un nivel mínimo en su componente estratégico. Otros aspectos de vital importancia será incrementar la capacidad de supervivencia y protección, siendo necesario mejorar los medios de defensa antiaéreos de las distintas bases y puntos estratégicos, precisándose medios de largo alcance en determinadas zonas puntuales. Dentro el ámbito de supervivencia y protección también será relevante mejorar los medios de búsqueda y rescate.  

 


La transformación de las FFAA consideramos que deberá profundizarse el desarrollo de capacidades conjuntas, especialmente en materia de comando y control; información y comunicaciones; ciberdefensa y seguridad en la información; protección NBQ; inteligencia; operaciones especiales; vigilancia y reconocimiento; gestión logística; etc. Por otro lado, dado los recursos limitados, un grado mayor de cooperación entre las FFAA y FFSS, es necesaria. En las páginas de de DEYSEG (17) hemos hablado como las FFAA pueden contribuir a la seguridad interior con el aporte de medios y recursos. Ello terminará con la existencia de capacidades redundantes, con el consecuente ahorro de recursos. Un ejemplo de ello, es la flota aérea militar, que puede cumplir funciones tanto el ámbito de la defensa como de seguridad interior.

 

En este proceso de transformación, no solo habrá cambios en el despliegue, sino que cobrará importancia de determinadas capacidades, especialmente en materia de ciberdefensa, seguridad de infraestructuras estratégicas, rápido despliegue, operaciones especiales, guerra electrónica, comando y control, inteligencia, mejora sustancial en materia de vigilancia y control de los espacios marítimos y aéreos.  Las FFAA del siglo XXI deberán estar capacitadas para hacer frente amenazas “híbridas” , materializada por uno o mas adversarios que podrán valerse tanto de medios convencionales, como asimétricos, de forma que le permitan contrarrestar, en la medida de lo posible, su inferioridad operacional. La constante presencia de la población en los conflictos será otra de sus características destacables, transformándose cada vez más, en un objetivo a convencer. Ello no impide la posibilidad de un conflicto de carácter convencional, lo que exige disponer de capacidades militares que aseguren la disuasión. En este contexto se inserta nuestra propuesta de estrategia A2/AD, especialmente por los nuevos desarrollos en sistemas de armas, que son verdaderos multiplicadores de fuerza (por ejemplo, los nuevos misiles superficie superficie de más de 150 km de alcance).

 


Otros cambios para el debate.

 

Este proceso de cambios, deberá contemplar otros aspectos, que seguramente pueden ser polémicos, pero que es preciso debatir, dado que el presupuesto de defensa carga con muchas rémoras. Los puntos a debatir son:

  • Reforma del sistema provisional militar, inviable económicamente, siendo absorbido por el sistema integrado de jubilaciones y pensiones;
  • Reforma del sistema de obras sociales de las FFAA, unificándolas en una entidad que esté sujeta a la Ley de Obras Sociales y el control de la Superintendencia de Servicios de Salud, lo que permitirá al personal de las FFAA optar por otras prestadoras de salud, dejando de ser un “mercado cautivo”.  Esto tiene que ver con la promoción de la mejora de calidad de vida del personal militar y sus familias.
  • La cuestión de los bienes de las FFAA que sean declarados excedentes, no debe ser objeto de ventas, que luego van a “rentas generales” en vez de ser destinado a inversiones en el área de defensa.  Por ende es preciso el dictado de normas específicas, creando un fondo específico;
  • Actualización vía reglamentaria, de las previsiones en materia de presupuesto de la Ley de Reestructuración de las Fuerzas Armadas;
  • Crear una reserva aérea activa civil, para cometidos de búsqueda y rescate, transporte, apoyo a la comunidad, a semejanza del sistema vigente en los Estados Unidos;
  • Reformas en materia de personal, especialmente en materia de reservistas, programas de capacitación educativa y laboral a personal del servicio militar voluntario;

 

 


Final

 

En una apretada síntesis, realizamos un vistazo del panorama estratégico internacional y regional. Esto permite observar que en los conflictos se están desarrollando fenómenos – hace bastante tiempo – que deberían ser objeto de atención para los responsables de la Defensa Nacional. En muchos trabajos académicos son objeto de análisis las llamadas “empresas militares” que en más de un caso sus actividades, se escapan al control estatal. La proliferación de amenazas asimétricas, de la mano de actores estratégicos no estatales, son un desafío concreto para los Estados, no solo por la capacidad de ejecutar actos terroristas, generando daños de magnitud, sino por constituir un peligro concreto contra infraestructuras críticas/estratégicas, que incluye telecomunicaciones, redes informáticas.

 

La tradicional hegemonía de Estados Unidos a nivel global se ve resquebrajada por el ascenso de nuevas potencias, como son los casos de China y Rusia. La creciente competencia se observan en el conflicto sirio, la crisis de Ucrania, África  y el Pacífico. En el caso sirio, es una muestra de cómo otros actores externos, dirimen sus “diferencias” a través de terceros actores, ya sea estatales, como no estatales. En este contexto observamos el desarrollo de las llamadas “guerras híbridas” que sirve para denominar una amalgama de factores que confluyen en los actos de violencia, como fuerzas regulares e irregulares, que combaten con armas convencionales y no-convencionales, la desinformación, así como la presencia militar en una ofensiva limitada, ya sea con soldados con y sin uniforme o con irregulares que emplean tácticas terroristas, o ciberataques, insurgencia urbana con  armamento ligero y todo ello con estrechos vínculos con el narcotráfico o la delincuencia organizada. El siniestro “Estado Islámico” o Daesh es un ejemplo de ello, alimentado y/o fomentado gracias a la debilidad estatal y la injerencia de terceros actores que emplean este grupo como factor desestabilizador.

 

En el contexto de estos desafíos cobran especial importancia los sistemas de inteligencia y unidades de adiestramiento especial. Este ha sido un segmento, que a nuestro juicio no ha merecido especial atención, y es por ello que consideramos pertinente la creación de un comando conjunto, para potenciar capacidades existentes y desarrollar nuevas, respetando lo específico de cada rama. 

 

Vivimos en una región donde existen importantes espacios geográficos débilmente controlados, que sirven de base para que proliferen diversas actividades ilegales. Un ejemplo es la región de Amazonia o el Chaco paraguayo. También nuestro país tiene espacios débilmente controlados, tanto aéreos, terrestres, fluviales como marítimos, que tiene sus exigencias en las estructuras futuras de las FFAA.

 

El dictamen de la Comisión de la Plataforma Continental de Naciones Unidas, reconociendo parte de las reivindicaciones hechas por Argentina en materia del límite exterior de la plataforma, pone en evidencia el valor de los espacios marítimos. Allí operan actores extrarregionales con claras intenciones sobre los recursos en dichos espacios, agregándose los pasos interoceánicos y la cuestión antártica. Esto nos lleva a inferir que es altamente probable que los principales desafíos para la Defensa Nacional, provendrá de los espacios marítimos.

 

El estado de las FFAA, el espacio a defender, unido a los recursos disponibles, nos llevaron a considerar las estrategias A2/AD. A costos moderados, el país puede adquirir modernos sistemas de misiles navales de mayor alcance (nuestras corbetas y fragatas, incluso los veteranos patrulleros Tipo Intrépida, podrían operar con sistemas de 150/200 km de alcance), además de nuevos desarrollos antiaéreos, sistemas de adquisición de objetivos. A ello cabe agregar la necesidad de incorporar un portaaviones liviano para dar cobertura aérea a la Flota y defensa en profundidad, además de recuperar, aunque sea de manera limitada, la capacidad de asalto anfibio.  En este proceso de cambios cobrará vital importancia el incremento de la capacidad de “protección” de la fuerza propia, como de su letalidad y mejoras en su supervivencia. Esto exigirá inversiones en materia de defensa antiaérea, sistemas antimisiles, lucha antitanque, sistemas de vigilancia. Importantes bases, centros logísticos, como centros de valor estratégicos como la Ciudad de Buenos Aires, sede del poder político económico, centrales energéticas, no cuentan con adecuada protección llegado el caso de una crisis.  El proceso de transformación debe tenerlo en cuenta.

 

La guerra terrestre sufre cambios, la reducción del EA significará la ampliación del espacio a defender, unido a las peculiaridades que impone la geografía nacional al combate terrestre. Es por ello que será clave  incrementar la movilidad y poder de fuego, para golpear en profundidad al enemigo. Las limitaciones para que la FAA – por factores geográficos y recursos disponibles – de brindar apoyo aéreo cercano, impondrá que las unidades terrestres cuenten con capacidad AA moderna.

 

La FAA no puede quedar fuera de la revolución tecnológica, a pesar de las limitaciones de recursos, además de un nuevo despliegue, acorde a la situación estratégica, cobrará especial importancia el contar con un aviación de combate capaz de operar moderno armamento, sistemas de alerta temprana, guerra electrónica, reconocimiento, vigilancia, debidamente integrados, sin olvidar la necesidad de contar con medios de transporte, búsqueda y rescate, y ataque tanto para responsabilidades en materia de Defensa como de Seguridad Interior.

 

La necesidad de controlar el espacio tridimensional argentino, exigirá un mayor grado de integración con las FFSS, evitando redundancias innecesarias, especialmente en lo concerniente a las flotas aéreas de los cuerpos de seguridad, dado la existencia de la flota aérea militar que puede cumplir cometidos tanto para la defensa como la seguridad interior. Por otro lado, un mayor grado de “sinergia” entre FFAA y FFSS permitirá contar con herramientas para hacer frente a las amenazas asimétricas.

 

La Argentina, de la mano de la Generación del 80, inició una profunda transformación de las FFAA, dado paso a un proceso que permitió contar con el mejor ejército de la región y la octava fuerza naval del mundo en 1910 por su tonelaje y poder de fuego. Todo ello significó una verdadera revolución en muchos aspectos. Eran tiempos que la Argentina adquiría armamento moderno; Los últimos destellos de aquel brillo se coronaron con el establecimiento de las bases de una otrora potente industria de defensa, el desarrollo de la aviación y la llegada del portaaviones a fines de los 50. Aquel enorme esfuerzo, significó disuasión creíble, la integración de importantes espacios al patrimonio nacional y desarrollo.

 

Curiosamente la Argentina atraviesa desafíos similares como a fines del siglo XIX – salvando distancias – en materia de garantizar la presencia del Estado en los confines de los espacios terrestres y marítimos, las FFAA se encuentran en una situación lejos de actuar en los campos de batalla del siglo XXI, agregándose que la paridad estratégica regional es claramente desfavorable a  nuestro país, lo que hace ilusorio cualquier idea de cooperación en materia de defensa.

 

La Argentina tiene desafíos concretos, muchos de ellos parecieran ser conflictos lejanos, pero si el liderazgo político no adopta medidas concretas en materia de Defensa, dichos conflictos lejanos pronto estarán golpeando nuestras puertas y si no tenemos herramientas adecuadas, el porvenir de la Nación será sombrío.

 


Bibliografía

 

CALPENA, Segundo: USSOCOM. Hombres y tecnología, en Defensa, nro. 458, julio 2016.

CABROL, Guillermo: “Los principios de la acción militar conjunta aplicados al control del aeroespacio argentino en tiempo de paz” Documento de Trabajo . Escuela Superior de Guerra de Conjunta, 2014.

DEPARTAMENT OF THE ARMY, Air Assault Operations. Washington, Marzo  2011.

MC CARTHY, Christopher: “Anti-Access/Area Denial: The Evolution of Modern Warfare” Documento de trabajo. 2011.

INSTITUTO ESPAÑOL DE ESTUDIOS ESTRATÉGICOS: Capacidades futuras de las Fuerzas Armadas españolas. Madrid, 2014

IMPERIALE, Juan A.: “Necesitamos un portaaviones” en Boletín del Centro Naval nro. 797, enero – marzo 2000.

Idem,     “¿Por qué son tan Necesarios e Importantes los Portaaviones?” en Revista de la Escuela de Guerra Naval nro. 61, diciembre de 2015

MAC GAUL, Jorge Alejandro: “El Comando de Defensa Aeroespacial en el teatro de operaciones en la República ArgentinaDocumento de Trabajo. Escuela Superior de Guerra Conjunta, 2012.

MINISTERIO DE DEFENSA. Libro Blanco de la Defensa Nacional. Buenos Aires, Ministerio de Defensa, 2014.

NEVES, Juan Carlos, “Defensa y Fuerzas Armadas” en Boletín del Centro Naval nro. 842 enero – abril 2016.

RIOBO, Luis Eduardo: Defensa Nacional y genética de fuerzas.  Buenos Aires, Edición del Autor, 2011.

SUAREZ SAPONARO, Jorge Alejandro: “El desafío del Control y Defensa del Espacio Aéreo Argentino” en Defensa y Seguridad Año 14. Nro. 76. Mayo – Junio 2014.

Idem. “Fronteras argentinas ¿El nuevo teatro de operaciones de las Fuerzas Armadas? en Defensa y Seguridad. Año 13, Nro 73. Noviembre – Diciembre 2013;

VEGA, Jorge Mauro: “Planeamiento de la Defensa en Argentina: modelo y perspectivas”, en Boletín Instituto Español de Estudios Estratégicos, nro. 40/2016.

Legislación

 

Ley 23.554 de Defensa Nacional.

Ley 24.059 de Seguridad Interior.

Ley 24.948 de Reestructuración de las FF.AA.

Ley de Servicio Militar Voluntario.

Decreto 1691/96. Organización y Funcionamiento de las FFAA.

Decreto 727/2006 de Reglamentación de la Ley de Defensa

Nacional.

Decreto 228/2016 Emergencia de Seguridad Pública.

 

 

Notas

 

  1. El decreto es cuestión es inconstitucional, modifica la Ley de Defensa y para males, deja muchos vacíos especialmente en materia de movilización, organización territorial, papel de las FFSS en el sistema de defensa, etc. El Jefe de Estado Mayor Conjunto, según la ley no tiene responsabilidades de conducción operativa. Es por ello que consideramos revisar el decreto y que esté apegado a la ley. Dado los limitados recursos, consideramos pertinente crear un Comando de Fuerzas Conjuntas (comandante del TTOO) y promover la formación de una Junta de Jefes de Estado Mayor;
  2. En el Ejército, se observa que de la totalidad de los efectivos, 15000 son soldados voluntarios. En varios medios especializados se habló del exceso de cuadros superiores o del envejecimiento del personal de cuadros, además de la fuga de cuadros jóvenes. Esto demanda una profunda revisión y no cabe duda que el piso de soldados voluntarios debe elevarse sustancialmente;
  3. la creación de un comando de operaciones especiales, responde a crear una estructura más eficaz y versátil, para coordinar esfuerzos en materia de aspectos tales comunes. Esto no es algo nuevo, Estados Unidos cuenta con un mando conjunto de operaciones especiales, incluso cuenta con fuerzas de tareas conjuntas de operaciones especiales para acciones concretas;
  4. consideramos relevante elevar el número de helicópteros, de tipo medio, tanto de transporte como de ataque. El potenciar la aeromovilidad, permitirá llevar a cabo operaciones en profundidad. Por otro lado, la modernización de la artillería, con modernos sistemas autopropulsados y de cohetes, contribuirán a incrementar el poder de fuego de las unidades terrestres;
  5. Sistemas desarrollados en Israel, conocidos como “David’s Sling e Iron Drome” como defensa antimisil y contra pequeños proyectiles, que ahora son ofrecidos en el mercado internacional. Estos medios junto a sistemas de artillería aérea moderna (tanto portátiles como sobre plataformas móviles) contribuirán a incrementar el nivel de protección de la fuerza, como de objetivos clave;
  6. en 2001, durante la gestión del general Brinzoni, los Estados Unidos autorizaron la venta de una docena de AH-1 Cobra. El actual clima de relaciones con Estados Unidos, como con otros países posibilitan la idea de pensar en un escuadrón de helicópteros de ataque, constituyendo un verdadero multiplicador de fuerzas;
  7. dado la sensibilidad para la seguridad, que implican instalaciones radar, debemos considerar imperioso que la construcción debe recaer en una unidad especializada, como también para ejecutar otras obras de valor militar;
  8. el régimen de alquiler es una opción para evitar demoras en procesos licitatorios, por otro lado habilita que sean invitados otras fuerzas/instituciones, que reduciría costes de adquisición y operación de las aeronaves;
  9. consideramos viable desde lo económico y político, la adquisición de un lote de Kfir modernizados. Esto abre un amplio abanico de posibilidades en materia de cooperación en el área de defensa con un país como Israel, país líder en materia industrial de defensa;
  10. Es hora de pensar que papel tendrá la Argentina con el avión KC90 (tiene componentes británicos), la urgente necesidad de reemplazar los F27 y Twin Otter, asi como recuperar la capacidad de transporte estratégico;
  11. En su momento en medios especializado se dijo que el IA63 tendría capacidad de defensa aire aire de corto alcance. Esto permitiría entre otras cosas contrarrestar la violación del espacio aéreo, además de contar con moderno armamento aire superficie, etc;
  12. hecho controvertido, donde lobbies e intereses creados generan dudas sobre estos aviones. El ejemplo del Bronco estadounidense, ponen de manifiesto que la modernización, permitiría prolongar la vida útil del Pucará, de gran valor para operaciones en apoyo a la seguridad interior, patrulla de fronteras, etc;
  13. La Marina Real de los Países Bajos cuenta con 10.000 efectivos, de los cuales 2.300 son infantes de marina. La flota opera 6 fragatas, 4 patrulleros de altura, 4 submarinos, 5 buques de guerras de minas, 2 buques de asalto anfibio, un buque logístico y medios menores. Cabe destacarse que son medios muy modernos;
  14.  Los costos serian  de US$ 50 para el San Luis  y US$ 200 millones para el Tr 1700 sin terminar;
  15. un portaaviones sale lo mismo que una fragata nueva, estimándose en unos US$ 600 millones, existiendo capacidad nacional para construirlo;
  16. sería un buque de unas 20.000 t capaz de transportar unos 1.200 efectivos;
  17. ver “El desafío del Control y Defensa del Espacio Aéreo Argentino” en Defensa y Seguridad Año 14. Nro. 76. Mayo – Junio 2014 y “Fronteras argentinas ¿El nuevo teatro de operaciones de las Fuerzas Armadas? en Defensa y Seguridad. Año 13, Nro 73. Noviembre – Diciembre 2013.

 

 

 

 

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