Un brillante mariscal desconocido: Mannerheim



 

 

 

Los libros de la Segunda Mundial nos inundan con nombres de célebres mariscales, generales y almirantes británicos, alemanes, estadounidenses, soviéticos y en menor medida franceses y hasta japoneses, pero poco se conoce del mariscal finlandés Carl Gustav Mannerheim, quien en calidad de comandante en jefe de las fuerzas finlandesas tuvo un importante papel, primero en la guerra civil de 1918, como regente previo a la proclamación de la República,  luego nuevamente como comandante en jefe durante la segunda guerra mundial (1939-1944) y finalmente en calidad de presidente. En las circunstancias que le tocó liderar la nación, lo hizo de una manera extraordinaria.  El 4 de junio, día de la Bandera de las Fuerzas de Defensa, conmemora su nacimiento en 1867 en Villnäs, cerca de la ciudad de Turku.

 

Por el Jorge Alejandro Suárez Saponaro

Director de Diario El Miniuto para Argentina

 

Los tiempos al servicio del ejército zarista

 

El futuro Mariscal, nació en tiempos del Gran Ducado de Finlandia,[1] que desde 1809 formaba parte del Imperio ruso, pero con un régimen especial.  El país fue un dominio sueco desde  el siglo XI, hasta 1809, cuando en las guerras napoleónicas, los suecos fueron derrotados por Rusia. A partir de ese momento, el país quedó bajo el control de los zares. [2]

 

Suecia dejó una importante huella en Finlandia, especialmente en sus elites, generalmente suecoparlantes y en el régimen constitucional. La “Constitución de 1772” fijó las pautas para el gobierno de las provincias finlandesas durante mucho tiempo y que rigió hasta 1919, cuando fue proclamada la república. La citada constitución establecía una representación por estamentos en la Dieta. En 1809, por medio de la llamada Dieta de Porvoo, quedó de alguna manera establecido el régimen de gobierno bajo el dominio zarista. Los asuntos de Finlandia estuvieron en manos de un secretario de estado para Finlandia, responsable ante el zar. En Finlandia había un gobernador general que presidía el consejo de gobierno o Senado. En cuanto a la Dieta, esta no volvería reunirse hasta 1863, cuando comenzó a ser convocada. El país se convirtió en una excepción en el Imperio ruso, especialmente al disfrutar de un régimen de autonomía que le permitió contar con su propio idioma, legislación, tribunales, gobierno y hasta un ejército. En 1878 fue establecido el servicio militar para el pequeño ejército finlandés.

 

Los oficiales del ejército eran formados en la Academia Militar de Hamina, que funcionaba desde 1821, siguiendo tradiciones suecas. El barón Mannerheim ingresó al cuerpo de cadetes en 1882 a la edad de 15 años. En la Pascua de 1886, Mannerheim, quebrantó un arresto por una falta menor, y en la citada escuela, dicha fuga significó la expulsión. Parecía que su carrera militar había terminado intempestivamente. Esto no desanimó a Mannerheim, sino más bien redobló sus esfuerzos y en 1887 luego de haber obtenido el titulo de bachiller ingresó a la Escuela de Caballería Nikolai de San Petersburgo.  En 1889 egresaba como alférez, iniciando su larga carrera militar al servicio del imperio ruso, siendo su primer destino un regimiento en la frontera germano polaca.[3] En 1891 Mannerheim fue transferido a la Guardia de Caballeros de Su Majestad María Fyodorovna, en San Petersburgo, donde prestó servicio hasta l904.

 


En 1905 el futuro mariscal, participó en la guerra ruso japonesa (1904-1905), consecuencia del choque de intereses de Rusia y Japón en China, donde Mannerheim fue destinado a combatir en Manchuria. La derrota rusa, significó el fin de la aventura zarista en China y con serias consecuencias, que terminaron en la Revolución de 1905.[4]   A nivel profesional, por su valor en la batalla y desempeño, alcanzó en la guerra ruso japonesa el grado de coronel. En Finlandia, los intentos de rusificación, fueron resistidos y terminó con una serie de cambios que significó la elección de un Parlamento por sufragio universal.  La carrera militar de Mannerheim lo llevó en 1908 a ser jefe de regimiento. En 1909 fue ascendido a mayor general y para 1913, era jefe de una brigada de caballería. En este cargo, lo sorprende la Primera Guerra Mundial, donde le tocó luchar en los frentes rumano y austro húngaro. En difíciles circunstancias, Mannerheim mostró tener talento táctico y ser un hábil conductor en situaciones realmente difíciles. En 1917, viendo el derrumbe del régimen zarista, logró un permiso para visitar Finlandia, habiendo alcanzado el grado de teniente general y llegar a comandar un cuerpo de ejército.   

 

La independencia de Finlandia y la Guerra de Liberación. Mannerheim emerge como la gran esperanza nacional

 

La revolución llevó a Rusia al caos, y era muy posible que Finlandia se viera arrastrada. El gobierno provisional ruso restableció la autonomía,[5] pero los sectores de izquierda y más precisamente los socialdemócratas, conectados con los sectores radicalizados rusos, apostaron a la independencia. Los socialistas fineses lograron que el Congreso de los Soviets ruso apoye el derecho de autodeterminación. En este período complejo, ante la formación de un nuevo parlamento, los socialdemócratas apoyaron la idea de crear una Guardia Roja. El pais estaba al borde de un estallido revolucionario como en Rusia.  Finalmente los socialdemócratas se vieron “seducidos” por la idea de una democracia parlamentaria. La situación era grave, huelgas, desórdenes, presencia de tropas rusas indisciplinadas. Sectores tradicionales se alinearon al veterano político conservador Pehr Evind Svinhufvud, quien prometió restablecer el orden.  Este por cuestiones legalistas, consideró pertinente una independencia negociada con Rusia. El Consejo de Comisarios del Pueblo reconoció la independencia de Finlandia, que había sido proclamada por el Senado finlandés – órgano ejecutivo – el 6 de diciembre de 1917.  La presencia de tropas rusas, llevó a Svinhufvud a buscar apoyo alemán.  La idea del regreso de los miembros del batallón de cazadores 27, los célebres jaeger, se retrasó hasta 1918. El gobierno provisional tuvo que apoyarse en antiguos oficiales del ejército imperial, destacándose la figura del general Mannerheim, quién se integró en el llamado “comité militar” presidido al teniente general Charpentier, junto antiguos oficiales del extinto ejército finlandés.[6] Mientras llegaban los jaeger, en diversas partes del país se formaban los “cuerpos de protección” o Guardia Blanca. 

 

Los guardias rojos se organizaron con apoyo de las tropas rusas estacionadas en el país – se estimaban en 40.000 – quienes le proveyeron armas y otros apoyos. Los “blancos” estaban en malas condiciones. Había carencia de equipos, municiones y cuadros preparados, salvo el comité militar y los jaeger. Una serie de desavenencias llevó a Mannerheim a separarse del comité militar, tras unas negociaciones, fue nombrado comandante en jefe. La situación era realmente crítica, con el país  controlado por rusos y guardias rojos, escaso o nulo apoyo real externo, y sin dinero, los blancos, organizaron centros de entrenamiento en la Ostrobotnia.[7] El dinero que permitió financiar en una primera instancia el ejército blanco, fue un crédito privado. En la ciudad de Vasa, Mannerheim organizó su Cuartel General por varias razones, por varias razones, destacándose la lealtad política de la población, los recursos existentes y el estar seguro de cualquier acción armada de las guardias rojas.  Asimismo observamos que el despliegue en dicha zona le permitía acceso al mar, a la frontera sueca y a un amplio espacio que le daba profundidad estratégica.  El 25 de enero de 1918, el Parlamento declaró a los cuerpos de protección/guardia blanca, serían las fuerzas regulares del gobierno, convirtiéndose en las Fuerzas de Defensa.

 


El 26 de enero los rojos dieron un golpe de estado en Helsinki, fue creado el Comisariato del Pueblo de Finlandia.  El asalto por parte de las tropas blancas al tren de soldados rusos que dirigían a Ostrobotnia, dio paso a la beligerancia. El bando rojo controlaba el sur del país e importantes ciudades: Helsinki, Tampere, Turku y Viipuri. Mientras tanto, las tropas blancas habían desarmado a 4.000 soldados rusos, obtuvieron un importante botín en armamento.  El bando rojo tenia importantes recursos, controlaba espacios vitales,[8] pero carecía de una estrategia clara, incluso tuvo varios relevos en su conducción, recayendo finalmente en Eero Haapalainen, pero recayendo el control real en el coronel Svetschnikov. Los rojos no tenían una estrategia clara, a ello se unió los problemas de comando y control debido a la existencia de diversas instancias. El general Mannerheim, suplió las carencias con un mando profesional, buena organización y objetivos definidos.

 


El gobierno refugiado en Vasa, ante la emergencia, consideró oportuno solicitar ayuda alemana. Mientras tanto las tropas blancas desarmaban unidades rusas, que luego desembocó en acciones armadas abiertas. Mannerheim, decidió pasar a la ofensiva, y de esta manera evitar que los alemanes, que habían desembarcado en sur del país, avanzaran y ocuparan centros vitales. Hasta ese momento sus fuerzas, ejecutaban operaciones de guerra irregular. Las partes se disputaban la zona central del país y las estratégicas Aland.[9]  Finalmente las fuerzas de Mannerheim lanzaron una importante ofensiva y libraron exitosamente la batalla de Tampere[10], donde los rusos/rojos perdieron 2.000 efectivos y 10.000 fueron tomados prisioneros.   

 

El talento de Mannerheim como organizador, quedó demostrado con la creación del alto mando. El comando en jefe contó con un estado mayor, cuartelmaestre (una suerte de jefe de operaciones), plana mayor de armas (logística), división de etapas (administración) y la dirección de instrucción. El rol de ministro de defensa, lo ocupaba el senador Freys, que dirigía la llamada “oficina militar” Por otro lado, la necesidad de contar con soldados, llevó a reimplantar el servicio militar obligatorio basado en la ley de 1878. Esto permitió contar con recursos para completar las distintas agrupaciones del ejército.                                        

 

Los jaegers, por su formación, jugaron un papel clave en la construcción de las fuerzas armadas. El propio Mannerheim solicitó en su momento su repatriación. Estos llegaron desde Alemania, luego de negociaciones con Suecia, a fin de que facilitara su tránsito. La revista militar de Vasa a los jaegers, generó una muy buena impresión al Mannerheim. La experiencia y formación de estos soldados era de primer nivel. En pleno conflicto estalló un conflicto sobre el empleo del batallón. La idea del cuartel general era crear unidades mixtas de conscriptos y cazadores/jaegers, mientras que un sector de los jaegers, querían combatir como una sola unidad. Finalmente prevaleció el criterio de Mannerheim. Así fueron formadas una serie de agrupaciones que sumaban entre jaegers y soldados unos 14.000 efectivos.

 

La toma de Helsinki por parte de los alemanes, obligó al gobierno rojo finlandés a huir a Viipuri, para luego de la derrota de estos en el frente carelio, a retirarse finalmente a San Petersburgo. [11]

 

La guerra de liberación fue cruenta, dada la resistencia que opusieron ambos bandos y los excesos cometidos. El terror blanco como rojo, que incluía ejecuciones sumarias de prisioneros, causó la muerte de miles de personas, a ello se agregó las destrucciones y desmanes provocados por el conflicto.  Esto marcaría a Finlandia en los difíciles años de la entreguerra.

 

El general Mannerheim puso de manifiesto su talento como conductor militar, estratega y también político. Los escasos recursos fueron hábilmente aprovechados, una buena organización y conducción tuvieron sus resultados. Sin ninguna duda él fue el creador y organizador de lo que hoy conocemos como las Fuerzas de Defensa. Razones políticas alejaron a Mannerheim del comando en jefe, al oponerse enérgicamente que los alemanes tuvieran el control absoluto sobre la reforma militar que queria el gobierno finlandés,

 

El general regresó a su país luego de una gira por diversos países de Europa, como regente nacional se vio envuelto en una difícil situación, la situación en los países bálticos era complicada, tras la retirada alemana. Los bolcheviques habían irrumpido y el gobierno finlandés accedió a prestar ayuda a los estonios. Los rusos blancos, se oponían a la idea de una Finlandia independiente, que a pesar de ello, buscaban de alguna manera involucrar tropas finlandesas en la recuperación de San Petersburgo (Petrogrado en esos años). Mannerheim se opuso a una intervención directa a favor de los rusos blancos. En su gestión fue debatida la Constitución, que estableció el régimen republicano. El 17 de julio de 1919, la Constitución fue aprobada y Finlandia se convirtió en república. Mannerheim se retiró a la vida privada, tras perder las elecciones presidenciales, siendo electo para este cargo Kaarlo Stahlberg.  En su vida privada Mannerheim se dedicó a labores sociales y de bien público, especialmente de protección de la infancia, que se extendió a labores educativas, sanitarias y de asistencia social.  

 

Los años difíciles. El Consejo de Defensa Nacional

 

El general Mannerheim mantuvo de alguna manera actividades de índole políticas, y que lo llevó en 1931 a presidir el consejo de defensa nacional. El nuevo presidente electo, el conservador  Svinhufvud, quién conocía al general muy bien, le ofreció el cargo del comando en jefe, pero declinó asumirlo y a cambio fue ofrecido presidir el consejo de defensa nacional, y llegado el caso asumir el mando supremo en caso de guerra. Aquí comenzó una larga lucha por el presupuesto de defensa y modernizar las fuerzas de defensa.

 

Las Fuerzas de Defensa habían hecho importantes avances en materia de formación de cuadros, pero el equipamiento era de la Primera Guerra Mundial y las fábricas de armamento, solo podían satisfacer necesidades mínimas. La principal hipótesis de conflicto era la Unión Soviética, solo el distrito militar de Denigrado, capaz de movilizar la misma o mayor cantidad de efectivos de tiempos de guerra de la fueras de defensa, y con recursos logísticos inmensamente superiores gracias a su enorme desarrollo industrial. Otra falencia identificada por Mannerheim era la movilización. Esta estaba basada en el sistema de cuadros, las unidades doblaban sus cuadros cuando se incorporaban los reservistas. El sistema era vulnerable por los tiempos de movilización, especialmente para contener un ataque en el vulnerable istmo de Carelia.

 



Las obras de fortificación del istmo de Carelia eran muy limitadas, la indiferencia de la clase políticas especialmente por la oposición de la izquierda y el centro, limitaron fuertemente el esfuerzo de potenciar la defensa finlandesa.  Mannerheim a través del consejo de defensa mantuvo reuniones y pidió fondos para la defensa, dado que la situación internacional iba empeorando, especialmente por la política desplegada, de la Alemania del III Reich y la Unión Soviética. Los políticos finlandeses de aquel momento consideraron que el sistema de la Liga de las Naciones – que fracasó rotundamente en la crisis etíope de 1935 – y la declaración de neutralidad, los salvaría del clima de tensión y militarismo. Asimismo, el gobierno confiaba en los tratados con Moscú que reconocían los límites entre los dos países y de la independencia del país, desconociendo la nueva política externa en manos de Stalin.

 

La reducción del gasto de defensa en 1931, permitió solo realizar una maniobra final para los reclutas de ese año. Mannerheim recordará lo importante que es para los conscriptos la realización de maniobras, no solo por poner en práctica lo aprendido, sino que tiene que ver desde lo psicológico, que rompe con la monotonía de la vida cuartelera. En los ejercicios de 1931 puso de manifiesto la calidad del entrenamiento, pero las falencias de comunicaciones era evidente – algo que tuvo fuerte impacto en la guerra de Invierno – y era preciso inversiones al respecto. Sus actividades no se limitaron a observar ejercitaciones, sino recorrer los teatros de operaciones donde podrían desarrollarse los combates. El Istmo de Carelia fue considerado vital para la defensa dado que es un espacio angosto, con bosques, lagos, pantanos y cursos de agua, facilitaba las acciones de retardo.

 


La solución del sistema de movilización, fue otra idea de Mannerheim, que lo reemplazo por un sistema territorial. Este sistema a diferencia del anterior, en lugar de incorporar reservistas a las unidades, las divisiones serían movilizadas – cediendo cuadros a las organizaciones territoriales – a la frontera en forma de brigadas en pie de guerra. El sistema permitía movilizaciones parciales en cortos períodos de tiempo. La reforma demoraría tres años y el consejo de defensa se abocó de lleno a la reforma.

 




La visita de Mannerheim a Alemania en 1932, recordando la batalla de Lutzen,[12] el general observó el ascenso de los nazis y sus consecuencias políticas para Europa. Su gran preocupación no solo era la defensa, sino también contar con una política exterior definida, que le permitiera al país contar con alianzas que le garantizaran ayuda en caso de una crisis en la región del Báltico.  En 1934, el sistema de movilización territorial estaba listo, luego de un gran esfuerzo. En su gestión se adquirieron licencias para producción de aeronaves, todos modelos anticuados, y la construcción de los principales medios de las fuerzas navales.  En 1937, el mariscal Mannerheim[13] dejó el consejo de defensa. La fuerte oposición socialdemócrata a incrementar los gastos de defensa, marcaron la gestión de Mannerheim, unido a las limitaciones en materia de política exterior, que no ponderaba el clima de ilegalidad internacional.

 

 

La guerra de Invierno (1939-1940). El regreso de Mannerheim como Comandante en Jefe

 

El presupuesto de defensa comenzó a incrementarse en un modesto porcentaje entre 1937 a 1939, pero era demasiado tarde, se había perdido mucho tiempo. En 1939 comenzaron las presiones abiertas de la Unión Soviética para una serie de concesiones territoriales y un acuerdo de cooperación. Lo que generó un intenso debate, dado que había otro temor, que Alemania realizara las mismas peticiones. El destino de los países bálticos[14] que al firmar los mismos acuerdos ofrecidos a Finlandia, influyó en Helsinki.  La situación era realmente crítica y el presidente Kallio convocó a Mannerheim, quién le envió una carta poniendo en evidencia las carencias de las fuerzas armadas, por la negativa de los fondos por parte del parlamento. El estado de la defensa del país resumido por el propio general Mannerheim era el siguiente:

  • Carencias de defensa antiaérea y antitanque;
  • Fuerza aérea que es un 50% de lo previsto por el presupuesto y el planeamiento de defensa, los existentes son insuficientes para la defensa efectiva del espacio aéreo;
  • Arma blindada inadecuada, compuesta por medios de la primera guerra y tanques ligeros Vickers que no han completado su armamento;
  • Flota que responde a necesidades mínimas del espacio marítimo;
  • Artillería numéricamente débil;
  • Plan de abastecimiento que no se ha concretado;

 

 

Las fuerzas finlandesas contaban con apenas 96 aviones (llegaron luego a 287 durante la guerra). El ejército de 33.000 efectivos, con el sistema territorial podría incrementarse rápidamente a 127.500 efectivos, conformando nueve divisiones. Además de estos efectivos había otro escalón de reservas, de 100.000 efectivos y 100.000 voluntarios de la Guardia Cívica.[15] Diversos historiadores estimaron que la capacidad de movilización era de 400.000 efectivos.  La defensa del país se complementaba con el cuerpo femenino auxiliar, las Lotta Svärd, con funciones logísticas, de sanidad, administrativas, observación aérea, comunicaciones. Tenía unas 60.000 integrantes.

 


Una división finlandesa era de 14.200 hombres, frente a 17.200 de las soviéticas, cuya potencia de fuego era tres veces mayor que las finlandesas. Los soviéticos contaban con millares de tanques (los finlandeses se estima que tenían unos 200) y unos 800 aviones, además de las inmensas reservas a disposición del comando en jefe soviético. Las fuerzas navales soviéticas también eran superiores, y tenían bases en Estonia, lo que facilitaba acciones tanto navales como aéreas, alcanzando los principales centros industriales de Finlandia. En números parecía que la Unión Soviética aplastaría a los finlandeses en días.

 

En cuanto a la Línea Mannerheim, que la propaganda soviética mostraba como algo parecido a la Línea Magnot, no era más que un conjunto de nidos de ametralladoras, alambradas de púas, fosas y obstáculos antitanque.

 

El 30 de noviembre de 1939, al estallar el conflicto armado, el presidente Kallio convocó al general Mannerheim, para que asumiera el comando en jefe. Los soviéticos habían bombardeado barrios industriales de Helsinki y esa misma mañana, el gobierno aprobó el nombramiento de Mannerheim en el mando supremo.  La organización de las fuerzas quedó distribuida de la siguiente manera:[16]

  • Comando de las Fuerzas Navales;
  • Comando de la Fuerza Aérea;
  • Ejército de Campaña formado por  una Gran Unidad de Batalla o “Ejército del Istmo de Carelia” con seis divisiones distribuidas en dos cuerpos del ejército, la 6ta División de Infantería como reserva a disposición del comando en jefe, IV Cuerpo de Ejército con dos divisiones, que cubría el norte del Lago Ladoga;
  • Reserva general compuesta por la división 9ª de Oulu;
  • Guardia Cívica y Guardia de Fronteras desplegaron batallones y compañías a lo largo de 1100 km que cubría el frente de Suojärvi hasta el Ártico;
  • Cuartel General fue establecido en Mikkeli,

 

El plan del comando en jefe finlandés consistió en impedir/rechazar que el enemigo penetrara el istmo de Carelia. En una primera instancia las tropas de frontera a través de un combate retardante, debería frenar la ofensiva enemiga, dando tiempo a la movilización de las fuerzas principales del ejército, con la esperanza de generar daños suficiente y contribuya a una mejor posición del país en una hipotética negociación de paz.  La fortaleza del plan finlandés residía en la coordinación, conocimiento del terreno y el entrenamiento.  En lo referente al mando soviético,

  • Objetivo estratégico militar: ocupar el terreno finlandés hasta restablecer la frontera de 1721;
  • Objetivo operacional principal, ocupar el istmo de Carelia, y toda la ribera del Lago Ladoga;
  • Objetivo operacional secundario, alcanzar el golfo de Botnia, bloqueando cualquier auxilio que pueda provenir del Oeste;
  • Objetivo operacional secundario, captura de Petsamo de la zona aledaña, ricas en minera del niquel.

 

La fuerza de maniobra soviética estaba compuesta por cinco “ejércitos” con treinta divisiones y seis brigadas acorazadas.[17]  De estos ejércitos, el V Ejército  estaba desplegado al norte del Lago Ladoga, el VIII Ejército en la zona de Sumossalmi al norte, y en la zona ártica, el IV Ejército.   Los planes soviéticos iban más allá de obligar a la rectificación de fronteras, sino instaurar un régimen títere. En la frontera, en la localidad de Terijöki, Otto Kuusinen, miembro del partido comunista y participante del gobierno rojo en la guerra civil, en calidad de “presidente” de la “República Democrática de Finlandia” sería el responsable de reemplazar al gobierno legítimo de Helsinki.

 

Sin grandes esperanzas de apoyo externo, los finlandeses tuvieron que enfrentar en soledad a la invasión.  Estos practicaron una táctica de tierra calcinada, obligando a las fuerzas soviéticas aglomerarse en las limitadas carreteras. Las escasas tropas de cobertura, en contra de las órdenes del general Mannerheim, en el istmo pagaron las consecuencias ante la avalancha soviética. Las fuerzas blindadas tuvieron un rol importante en hacer retroceder a las fuerzas de cobertura, hasta que fueron desarrolladas tácticas de lucha antitanque con los famosos cócteles Molotov. La crisis desatada entre los mandos militares responsables de la defensa del Istmo de Carelia, motivó la intervención personal de Mannerheim, que tuvo como resultado que la ofensiva soviética quedara detenida.

 

El sólido adiestramiento de tripulaciones aéreas, tuvo su resultado generando importantes pérdidas a las fuerzas aéreas soviéticas. Las Flota Roja del Báltico, también se mostró ineficiente, siendo sus intentos de ataque al tráfico mercante infructuosos, donde fue  importante el rol de la artillería de costa finlandesa.  En enero, ante la sorpresa de muchos, el frente quedó estabilizado. El intento de ocupar el norte del país fracasó, librándose una importante batalla, la de Suomussalmi, donde la 9ª División de Infantería – sin artillería, ni equipo pesado – hábilmente conducida fue desplegada para hacer frente a la invasión soviética. El coronel Siilasvuo, al frente del 27 regimiento de infantería, fue responsable de la destrucción de la 163 división blindada soviética, que tuvo unos 5.000 muertos. Los finlandeses combinaron tácticas convencionales como no convencionales, además de contar con una excelente inteligencia táctica, dado que sus patrullas se infiltraban en lo profundo del dispositivo enemigo. En la zona de Raate, cercana a Suomussalmi,  fue destruida también la 44 división. En Salla, también en el norte del país,  un batallón de cazadores detuvo a una división. En la región de Petsamo, en la inhóspita región ártica,  los soviéticos avanzaron, pero el duro invierno y las guerrillas finlandesas detuvieron su ofensiva, manteniendo el frente estabilizado hasta el fin de la guerra.

 

En el norte del Lago Ladoga se desarrollaron intensos combates, que fueron rechazados, siempre con fuerzas inferiores en número. La batalla de Tolvajärvi, desarrollada en dicha zona,  fue para en palabras del general Mannerheim una importante victoria estratégicas y psicológica  Esto animó a las fuerzas a seguir resistiendo.  En las distintas batallas y combates se observa que los finlandeses son expertos en operaciones nocturnas, combinar acciones convencionales con las de guerra irregular. Los mandos son muy buenos, además del entrenamiento, unido a un profundo conocimiento del terreno.  No cabe duda que el trabajo realizado por Mannerheim como presidente del Consejo de Defensa dio resultado.

 

Las fallas soviéticas fueron en parte subsanadas por el mariscal Semión Timoshenko, que intentó suplir las serias falencias, especialmente en materia de coordinación, acciones contraguerrilla y flexibilidad en la respuesta ante acciones inesperadas.  El 1 de febrero los soviéticos lanzaron una ofensiva a gran escala en el istmo de Carelia. A pesar de algunas escenas de pánico entre los defensores, por el enorme poder de fuego soviético, que lanzaron 300.000 proyectiles. Los inmensos recursos soviéticos fueron volcados contra Finlandia, un país que por razones económicas y demográficas no podía soportar el asedio por un período prolongado de tiempo. El gobierno necesitaba negociar la paz y su Comandante en Jefe, aconsejó una salida negociada. La situación era crítica, finalmente el 13 de marzo de 1940 la Guerra de Invierno había terminado. Los soviéticos al final de la lucha tuvieron que comprometer 1.200.000 soldados, 3.000 aviones y 1.500 blindados, para obtener el resultado que no pudieron obtener vía las negociaciones.

 

La Guerra de Invierno, puso en evidencia el talento del liderazgo militar finlandés en una situación realmente dramática. Las falencias en materia de equipamiento, fueron en parte suplidas por el entrenamiento, preparando a los soldados finlandeses para combatir a fuerzas superiores en número y recursos, un perfecto conocimiento del terreno, un eficiente sistema de movilización, conducción conjunta,[18] y liderazgo. El planeamiento fue acertado al considerar al istmo de Carelia como la zona probable donde el enemigo montaría su ataque principal, dado que era la “puerta de acceso” al cordón industrial y económico del país. Dado las características del teatro de operaciones, los finlandeses desarrollaron tácticas convencionales como no convencionales. Las falencias en el comando y control, se debieron a falencias en las comunicaciones y en la apreciación de la situación.

 

Las carencias en materia de blindados como de lucha contra estos, tuvieron un alto precio, que fueron subsanados con tácticas improvisadas, con patrullas de esquiadores, pero la falta crónica de cañones antitanque se hizo sentir. Las deficiencias de la Aviación de combate soviética, impidieron que sus ataques fueran efectivos. Hábilmente la Fuerza Aérea finlandesa, con medios anticuados, pero con tripulaciones con un elevado nivel de preparación, pudo suplir en parte sus limitaciones materiales. La defensa antiaérea, también con escaso equipo moderno, actuó también correctamente. Las fuerzas navales tuvieron un gran desempeño, aprovecharon cada error del enemigo, las islas Aland quedaron a salvo como el tráfico mercante.

 


La existencia del cuerpo de las Lotta Svärd, permitió liberar a muchos hombres de funciones de apoyo, estas mujeres – unas 100.000- tuvieron un rol sumamente importante. Finlandia, un país con tres millones de habitantes, había logrado organizar un eficiente sistema de movilización nacional. La dura prueba de la Guerra de Invierno, legó importantes lecciones para las fuerzas armadas finlandesas.

 

La guerra de la Continuación (1941-1944)

 


Las condiciones de paz impuestas por la Unión Soviética significó la pérdida del 10% del territorio nacional y el arriendo de la base de Hankö, además  de la cesión de islas clave en el golfo de Finlandia. El país quedó aislado internacionalmente y sometido a una presión constante de la Unión Soviética, que se vio incrementada con la caída de Noruega y Dinamarca en manos germanas. Los estados bálticos fueron ocupados, sin disparar un solo tiro, por parte de los soviéticos. La exigencia soviética incluyó el control de las minas de níquel, la restitución de bienes públicos y privados evacuados de la península de Hankö (donde habían sido evacuados en su momento 8.000 pobladores).

 

Las presiones iban creciendo, a todas luces la Unión Soviética buscaba desatar un conflicto y terminar anexando a Finlandia como una república más de su “imperio” siguiendo el destino de los países bálticos. En este complejo panorama comenzó el acercamiento con Alemania.  Esto era algo sumamente delicado, y fue manejado hábilmente por el mariscal Mannerheim, quien evitó cualquier pacto que comprometiera militarmente al país con la política de Berlín.  Pero la dependencia de Alemania se incrementó con las sanciones económicas impuestas por Moscú. La difícil situación del país, no impidió que se llevaran a cabo mejoras en las fuerzas de defensa – el parlamento no objetaba los gastos militares – y fueron tomadas medidas para fortificar la nueva frontera. El país estaba en una encrucijada por las presiones de Berlín y Moscú. La movilización de tropas soviéticas en la frontera oriental, llevó a  decretar la movilización del ejército de campaña. Las medidas eran exclusivamente defensivas.

 

El 22 de junio los soviéticos rompieron las hostilidades y lanzaron una serie de ataques terrestres y aéreos. Ese mismo día, los alemanes lanzaron la Operación Barbarroja de invasión de la Unión Soviética.  El 25 de junio el Comando en Jefe instaló su Cuartel General en Mikkeli, y el 28 de junio fueron autorizadas las acciones militares fuera de la demarcación fronteriza.  

 

El período entre 1940-1941, permitió al país recibir el material bélico embargado, equipar los stocks y recuperar lo perdido en la Guerra de Invierno. En materia de organización militar, cabe destacar las siguientes acciones:

·         Servicio militar de dos años, lo que permitió efectuar cambios en la organización y movilización, facilitando la expansión del ejército en quince divisiones;

·         Organización del país en 16 distritos, capaces de movilizar el mismo numero similar de divisiones, incluyendo las unidades  existentes en tiempos de paz;

·         Aprovechamiento de los recursos humanos que permitió duplicar las unidades existentes e incorporar clases más veteranas;

·         Reorganización de las fuerzas navales y expansión de la fuerza aérea;

·         Incremento de la potencia de fuego de la infantería con nuevo armamento portátil y morteros de 120 mm;

 

Los soviéticos empeñaron 13 divisiones, 4 brigadas blindadas, una brigada de fronteras, que estaban integradas en el Grupo de Ejércitos Noreste del general Voroshilov. La base de Hankö, cedida por la fuerza a la Unión Soviética, alojaba unos 30.000 efectivos.  La respuesta finlandesa a este dispositivo fue desplazar las posiciones defensivas hasta los corredores del Istmo de Carelia y en Carelia Oriental, el objetivo era neutralizar la zona de despliegue soviética y dar suficiente defensa en profundidad a las zonas vitales del país. La decisión política de recuperar los territorios perdidos por el Tratado de Moscú de 1940, dado que tenía una importancia económica relevante para el país. Esto obligó a reagrupar las fuerzas finlandesas para pasar a la ofensiva. El mariscal Mannerheim, por razones políticas, a fin de disipar dudas que tenía el enemigo sobre un posible ataque finlandés a Leningrado, llevó a diseñar acciones militares ofensivas al norte del Lago Ladoga, junto a la operación principal se desarrollarían operaciones en el territorio de Suojärvi. El objetivo era cortar la retirada soviética concentradas al oeste de Sortavala y arrollar las posiciones del río Vouksen, de esta manera se buscaba consolidar un espacio que garantizara la seguridad para las operaciones sobre el istmo de Carelia y la ciudad de Viipuri. Estas acciones fueron confiadas al “Ejército de Carelia”, una gran unidad de batalla con 100.000 efectivos distribuidos en dos cuerpos de ejército y una agrupación de operaciones especiales (brigada de caballería, brigada de cazadores, batallón de partisanos). Esta fuerza, estuvo en manos del teniente general Heinrichs. Los alemanes aportaron a este dispositivo la división de infantería 163, empleada como reserva del comando en jefe.

 


En el norte la ofensiva para conquistar Murmansk, estuvo liderada por el general alemán von Falkenhorst, jefe del 37º Ejército. Las posiciones defensivas soviéticas en Salla, fueron un obstáculo difícil. En estos momentos se debatió la posibilidad que fuerzas alemanas quedaran subordinadas al comando en jefe finlandés, algo que Mannerheim consideró políticamente inaceptable. A pesar que los dos ejércitos luchaban en el mismo teatro de operaciones, cada uno tenía sus objetivos. La relación no formal con Alemania trajo aparejado un gran costo político, los británicos cortaron relaciones diplomáticas y atacaron por aire el puerto de Petsamo. La recuperación de Viipuri y el Istmo de Carelia recayó en  dos Grandes Unidades de Batalla, los Cuerpos IV y II.  Las fuerzas finlandesas recuperaron los territorios perdidos en 1940 y levantaron una serie de posiciones defensivas. Las presiones para atacar el ferrocarril que conectaba Murmansk, fueron rechazadas, por razones políticas. El principal temor de Mannerheim como de líderes políticos de ese entonces, la reacción que podían tomar los Aliados. Ello no impidió que por presiones de Moscú, Gran Bretaña declarara la guerra a Finlandia, luego de una nota formal donde exigía respetar los límites impuestos en 1940.  El primer ministro Churchill, lamentó la situación en una carta personal al mariscal Mannerheim, donde planteaba que la declaración de guerra, se debía a circunstancias políticas, difíciles de sortear para Londres.

 

Hábilmente el mariscal finlandés evadió asumir mayores compromisos con los alemanes, por sus consecuencias a futuro para el país. Solo cooperaba con los alemanes de manera limitada, a fin de obtener el máximo beneficio. Aquí se puso de manifiesto su talento diplomático y su habilidad para salir airoso de situaciones espinosas.  La recuperación de determinadas islas en el golfo de Finlandia, fue un ejemplo de ello, recayendo el esfuerzo en tropas finlandesas.  Estas acciones eran vitales para brindar seguridad no solo al tráfico mercante, sino a la propia capital, Helsinki.

 

La Segunda Guerra se caracterizó, entre tantas cosas, en el pésimo trato a los prisioneros, en el caso finlandés, por intervención del propio mariscal Mannerheim, los millares de prisioneros soviéticos,[19] gracias a una carta personal enviada a la sede de la Cruz Roja en Suiza, fueron enviados paquetes, para ser distribuidos y paliar la difícil situación de los prisioneros. En cambio Stalin tuvo un comportamiento distinto respecto a los prisioneros de guerra finlandeses. [20] Otro aspecto, que realza al personaje, es su intervención por los judíos refugiados en Finlandia. Alemania exigió su repatriación, dado que la mayoría eran extranjeros. Ante vacilaciones del gobierno, el mariscal Mannerheim intervino en su favor y la deportación nunca se hizo efectiva.  En lo referente a zonas ocupadas, la administración militar impuesta, no generó conflictos importantes con los carelios y los eslavos que estaban bajo control finlandés. Algo también extraño en una guerra, donde los abusos a las poblaciones ocupadas estaban a la orden del día. En esos años sectores nacionalistas promovieron una campaña de finlandización de Carelia, que incluyó la construcción de escuelas y campañas de asimilación, que no dieron gran resultado.

 


El 4 de junio de 1942, en el 75 aniversario del mariscal, el presidente Risto Ryti junto a su gobierno lo visitaron en su Cuartel General. Este le comunicó que se le otorgaba el título de mariscal de Finlandia. Pero la gran sorpresa – nada agradable para Mannerheim – la visita de Adolf Hitler, quien voló expresamente desde Berlín para dicho evento. En la reunión sostenida entre el dictador germano, el presidente finlandés y el mariscal Mannerheim, fueron tocados temas de actualidad internacional. Hitler justificó la no intervención alemana en la Guerra de Invierno, por razones políticas y militares, para luego justificar la guerra en el Este y la necesidad de redoblar los esfuerzos para derrotar a la Unión Soviética. En otras palabras buscaba una mayor cooperación finlandesa, especialmente en relación a la necesidad imperiosa de cortar el ferrocarril de Murmansk y el sitio de Leningrado. Desde punto de vista político era algo muy riesgoso para Helsinki, especialmente por las reacciones que pudieran tener los Aliados.

 

El mariscal Mannerheim volvió a ver a Hitler en su cuartel general en Prusia para el 27 de junio de 1942, donde expuso las capacidades militares finlandesas. Allí  el dictador alemán pudo percibir que Helsinki había movilizado todo su potencial y no podría aportar mucho al esfuerzo germano de guerra. En el cuartel general alemán, altos mandos y el propio Hitler expusieron sobre la situación militar en África del Norte, Leningrado y el lanzamiento de una nueva ofensiva con dirección al Cáucaso.

 

El rol del mariscal excedía el ámbito militar, dado que en cuestiones de política exterior y en las grandes decisiones nacionales, era fuente de consulta. Una nota enviada por el gobierno de Estados Unidos – con fecha de 25 de septiembre de 1942-  donde expresaba tanto al mariscal como al gobierno finlandés sobre los temores a que éstos cedieran a las presiones germanas. Hungría y Rumania, estaban fuertemente presionados, y dado la situación del frente de Leningrado, era probable que las presiones de Berlín se incrementaran. Era una situación muy difícil de llevar. La visita de Himmler, el jefe de las SS, puso en evidencia  el valor estratégico de Finlandia en la guerra en el este. La situación de Alemania era comprometida, las fuerzas del Eje en África del Norte estaban retrocediendo. La situación de Europa Occidental, demandó la ocupación completa de Francia, exigiendo mayores efectivos.  Los soviéticos en noviembre de 1942 habían lanzado una feroz contraofensiva en Stalingrado. La caída de esta ciudad en 1943, la derrota del Eje en el frente africano, pusieron al III Reich en una situación defensiva.  Esto alarmó al gobierno de Helsinki. El presidente Ryti, junto al primer ministro Rangell, el ministro de exteriores Tanner, y el ministro de defensa, general Walden, se hicieron presentes en el cuartel general de Mannerheim, para discutir opciones para el país y la posible evolución de la guerra.  El temor era llevar al país a un callejón sin salida.

 

Mientras en el Cuartel General del Mariscal se debatía sobre la situación internacional, los soviéticos habían lanzado una violenta ofensiva en Leningrado, a fin de mantener comunicaciones que le permitiera sobrevivir a la ciudad sitiada.  El resultado de la conferencia entre el gobierno y el mariscal, fue que el parlamento debía conocer la situación internacional. El oficial de informaciones del cuartel general, el coronel Paasonen, expuso ante el Parlamento, la situación política - militar, para el mariscal Mannerheim, e indicaba que Alemania mostraba signos de agotamiento. Los viajes realizados por el Mariscal, como de otros altos oficiales al cuartel general germano, y de los contactos con sectores políticos y militares alemanes, llevó a la conclusión que empezaban a ver fisuras en las fuerzas armadas y el partido nazi.  Es por ello que era preciso buscar una salida negociada con la Unión Soviética, a fin de que el país no se viera arrastrado por la suerte de Alemania.  La reacción de los diputados fue adversa, luego el jefe de estado mayor, general Heinrichs, indicó que era necesario continuar la lucha, dado que no estaban dadas las circunstancias para una negociación con la otra parte.  Las elecciones presidenciales, le permitieron a Risto Ryti, ser reelecto, y siguiendo la costumbre, Rangell presentó la renuncia, formándose un nuevo gabinete presidido por Linkomies y como ministro de exteriores, Ramsay, alguien que apoyaba el mariscal, por su postura favorable a los países anglosajones. Mannerheim sabía que en el futuro, sería vital un entendimiento con Estados Unidos y el Reino Unido, a fin de tener cierto respaldo político frente a Moscú.

 

En mayo de 1943, el mariscal Mannerheim, luego de un tratamiento médico en Suiza, tomó conocimiento que el gobierno finlandés cedió a las presiones alemanas, de quedar de alguna manera sujeto al destino del Reich. La situación alimentaria en el país era crítica, y los embarques de cereales provenientes de Alemania eran vitales. Los alemanes tenían una fuerte influencia económica sobre Helsinki. La idea de llegar algún entendimiento con Estados Unidos, que patrocinaba mediar para una eventual salida de la guerra, quedaron en la nada misma. La influencia del mariscal permitió que el batallón SS finlandés fuera disuelto por orden de Himmler y sus efectivos distribuidos en las Fuerzas de Defensa. Desde un principio, el mariscal se había opuesto a que jóvenes en edad militar, pudieran integrarse a las Waffen SS, por razones eminentemente políticas. Era imperioso tomar distancia de Berlín sutilmente.

 

El esfuerzo de guerra finlandés había llegado a su límite, la movilización incluyó a personas de 45 años. La crónica falta de fuerza laboral, llevó a que el V Cuerpo de Ejército fuera puesto a disposición del ministerio de transporte y obras públicas, para garantizar la prestación de servicios esenciales. A lo largo del año 1943, la posibilidad de una salida de la guerra estuvo presente, la embajada soviética en Suecia barajó la posibilidad de iniciar negociaciones. La respuesta de Helsinki fue el reconocimiento de las fronteras de 1939, con la posibilidad de realizar rectificaciones. En Lisboa la diplomacia finlandesa estuvo en contacto con Estados Unidos con el mismo objetivo, el sacar al país del conflicto.  Sectores políticos reclamaban una salida de la guerra y lo hacían de manera abierta. El Eje estaba en retroceso y se buscaba salir de alguna manera, preservando la independencia y evitar una acción armadas contra el país.  Vía Suecia se establecieron contactos con los soviéticos, pero las negociaciones quedaron empantanadas, dado que Moscú exigía el reconocimiento de las fronteras impuestas en 1940.  Mientras el panorama se ensombrecía para el III Reich, las exigencias eran mayores. Ribbentrop, ministro de exteriores alemán, entregó al embajador finlandés una nota criticando la política finlandesa y la exigencia de un compromiso por escrito que el país no haría un acuerdo de paz por separado de Alemania.  La situación del frente del Este llevó al mariscal ordenar la fortificación  de la línea VKT (Vyborg –Kupaarsari – Taipale), la llamada línea U (líena Uuksu) y la puesta en marcha del plan de evacuación del valle del Vuoksen.

 

En los contactos con Moscú en 1944 la diplomacia soviética hizo saber a Finlandia sus condiciones, que iban desde el reconocimiento de las fronteras de 1940, el internamiento y/o expulsión de tropas extranjeras, el pago de una compensación de 600 millones de dólares en cinco años. Términos considerados inaceptables y rechazados formalmente el 15 de abril de 1944.  El temor hacia la reacción alemana estaba presente y esto era una seria limitación en la toma de decisiones del gobierno. Finalmente la Unión Soviética, ante la indecisión de Helsinki lanzó una serie de ofensivas en el mes de junio en istmo de Carelia. El país sufrió una ofensiva que se llevó a cabo por aire, tierra y mar. La Aviación Estratégica Soviética contaba con aparatos de factura norteamericana como los B25 y de producción soviética, y fueron lanzados a escala sobre Helsinki. La respuesta fue las llamadas “barreras Antiaéreas” que consistió en un eficiente sistema coordinado por radar, donde eran empleados piezas de distintos calibres con base en tierra y medios de la Flota. Dentro del sistema se integraban avezados pilotos alemanes y finlandeses al mando de eficaces cazas Bf109G, que generaron grandes pérdidas a la aviación soviética. [21]

 

La avalancha soviética sorprendió a las tropas finlandesas, donde hubo escenas de pánico, dado la magnitud de las fuerzas atacantes. Los ejércitos soviéticos sumaban 450.000 efectivos, 10.000 cañones, 2.000 aviones y 800 tanques. Las fuerzas finlandesas tenían 270.000 soldados, 1900 cañones, 110 tanques y 248 aviones. Las tropas carecían de experiencia en grandes combates, los trabajos de fortificación estaban retrasados y el poder de fuego era limitado, a pesar de las mejoras, las probabilidades de éxito ante una embestida de magnitud eran más que limitadas. La capacidad antitanque era escasa y poco o nada podría hacer frente al T34 soviético.  El 10 de junio de 1944,  el día más negro de la historia militar finlandesa, según palabras del mariscal, dado que los soviéticos lanzaron tres divisiones de la Guardia (unidades de elite) contra un regimiento.  La situación era caótica, a pesar que el Cuerpo IV resistió la embestida  de 5500 cañones, 800 lanzacohetes y 500 aviones, otras unidades se desbandaron. El mariscal ordenó un repliegue a la línea VT. La situación era dramática, los soviéticos estaban dispuestos arrollar a los finlandeses e imponer una ocupación militar. La localidad Viipuri cayó el 20 de junio. La resistencia fue desesperada y el alto mando finlandés buscó detener la avalancha soviética.  A través de una estratagema, los finlandeses lograron que llegara ayuda alemana, que les permitió contar con armamento antitanque moderno y cañones de asalto. Al referirse el mariscal sobre el pacto con los alemanes, señaló habían sido creadas, las bases para estabilizar la situación y para poder firmar la paz. Pero lo habíamos hecho con el puñal al cuello. En la batallas de Tali –Ihlantala fueron en su conjunto una victoria defensiva finlandesa.  La superioridad soviética era compensada por un novedoso sistema de adquisición de objetivos, que permitía montar el llamado “Mar de Fuego” haciendo sumamente efectiva a la artillería finlandesa.  Las armas antitanque modernas cedidas por Alemania, empleadas con inteligencia y audacia, el despliegue de un destacamento aéreo de 70 Stuka y la llegada de una división de infantería germana aliviaron en parte el esfuerzo de guerra.

 

En Carelia oriental, los soviéticos lanzaron el 7º ejército con 15 divisiones de infantería, 3 brigadas de infantería de marina, y un cuerpo de artillería de asalto. Los finlandeses se replegaron a la línea U. En este sector se libró la última batalla en llomantsi, donde los soviéticos fueron derrotados, perdiendo dos divisiones completas luego de un contraataque del general Raapana, que comandaba una fuerza especial de tipo divisionario. Estas acciones llevaron a que la Unión Soviética, desistiera de la idea de una rendición incondicional.

 

El dispositivo defensivo finlandés funcionó y las tropas de Mannerheim mostraron habilidad en combates defensivos, siempre combatiendo en inferioridad de número, pero magníficamente conducidos y con un alto mando que supo actuar en una situación fue verdaderamente dramática.     

 


El mariscal Mannerheim. Presidente de la República

 

El historiador David Kirby señaló que los políticos que le negaron el acceso a la presidencia en su momento, fueron quienes luego del fracaso de la dirección de la guerra, ante la inminente catástrofe, llamaron a su Comandante en Jefe para asumir la presidencia. El presidente Ryti dimitió y con el, los compromisos asumidos con los alemanes se daban por terminados (estaba estipulado que mientras Ryti fuera jefe de estado, estos compromisos de cooperación permanecían vigentes). Las Fuerzas de Defensa todavía estaban intactas. Finalmente en septiembre de 1944, Finlandia solicitó la paz.  Las condiciones eran sumamente duras. Los acuerdos impusieron pesadas reparaciones de guerra – US$ 600 millones pagaderos a cinco años – la cesión de los territorios árticos (Petsamo), la desmovilización de las tropas alemanas, la reducción del ejército finlandés a 37.000 efectivos, la disposición de bases aéreas para la Aviación Roja para lanzar ataques sobre Alemania, facilidades para el desplazamiento de tropas soviéticas.  Los buques, aviones civiles y militares quedaron inmovilizados, solo podrían salir previa autorización soviética.  La comisión de control aliado, estuvo presidido por Andrey Zhdanov, líder del partido comunista del distrito de Leningrado, responsable de la anexión y “sovietización” de los estados bálticos.  Este personaje exigió la disolución de unas 400 asociaciones, algunas filo - fascistas, otras de carácter patriótico, como también las Lotta Svärd y Guardia Cívica, por considerarlas “hitlerianas”. Sin ninguna duda el país vivió momento de zozobra La evacuación de las tropas alemanas en el norte del país, ante la amenaza de intervención soviética, terminó con varios incidentes armados, conociéndose dichos incidentes como la “Guerra de Laponia”. Hitler lanzó la Operación “Tanne Ost” con la idea de ocupar las islas Aland, pero era tarde, no había medios para llevarlo a cabo. Se libraron solo combates por la isla Suursaari.  El costo humano para el país había sido de más de 60.000 muertos, una cifra elevada para un país que no llegaba a las cuatro millones de almas.

 

El comando en jefe recayó en el general Heinrichs, que durante tantos años acompaño al mariscal en difíciles circunstancias. El presidente Mannerheim formó un nuevo gobierno presidido por el veterano político J K Pasikivi, en el marco de una coalición de centro izquierda. Una de las medidas más duras que tuvo que tomar el mariscal, el cumplimiento del artículo 13 del armisticio, de formar una comisión de responsabilidades durante la guerra. La salud del anciano guerrero, se habría resquebrajado, y su deseo era realizar un viaje. Esto llegó a la comisión soviética quién amenazó al primer ministro Paasikivi, que un viaje del mariscal fuera del país, “perjudicaría a Finlandia”.  El 4 de marzo de 1946, con un certificado médico, el Mariscal de Finlandia, presentó su renuncia.

 

El mariscal se retiró a la vida privada en su residencia de Kirkniemi, pero su estado de salud – y para algunos historiadores la acusación de ser responsable de la guerra de 1941 – motivaron su viaje a Suiza. Lo acompañaría en su viaje el coronel Paasonen, su jefe de inteligencia en el Cuartel General, quién lo ayudaría a redactar sus célebres memorias.  Falleció el 27 de enero de 1951 a los 83 años en Lausana, Suiza.  Tiempo después sus restos serían repatriados y es considerado hasta el día de hoy un héroe nacional.

 

El legado

 

El mariscal Mannerheim fue objeto de críticas por su estilo de conducción, que puede considerárselo centralizado, lo que le restaba flexibilidad a sus subordinados y generaba retrasos en la toma de decisiones. A ello cabe agregar el sistema de conducción finlandés, que la conducción militar de la guerra recayó en un solo hombre.  De carácter cauto, flemático, de una extraordinaria cultura y una larga trayectoria profesional, fue un líder que supo con extraordinaria habilidad, conducir al país en circunstancias realmente difíciles.

 

El mariscal fue sin ninguna duda el gran organizador de las fuerzas armadas o Fuerzas de Defensa, más allá de la influencia que tuvieron los jaegers. Lideró las modestas fuerzas del gobierno de Vasa en la guerra civil de 1918, y estableció las bases de las fuerzas armadas.  En 1931 regresó a la política formal, como líder del consejo de defensa nacional, donde a través del consenso y una activa campaña, logró con los magros recursos asignados establecer un eficiente sistema de movilización, un acertado planeamiento, que permitió al país poder afrontar la dura prueba de la Guerra de Invierno. Su política de promover que los mejores cuadros recibieran formación en el extranjero, el aprovechamiento de la capacidades de los mandos provenientes de la época zarista como de los jaegers, permitió absorber experiencias y darles un uso práctico. La ventaja del mando centralizado, le permitió que las fuerzas armadas finlandesas, no tuvieran problemas con el llamado “accionar conjunto”. En el Cuartel General, existía el cargo de Asesor de Operaciones Combinadas, responsable del desarrollo de las operaciones conjuntas.

 

Los limitados recursos, llevaron al mariscal a fijar prioridades, existiendo una clara simetría entre objetivos, medios y recursos. Las fuerzas militares estaban capacitadas para acciones defensivas, generando el daño suficiente, que le permitiera al país ganar tiempo para llegar a una solución negociada en términos favorables. La clase política no comprendió la acertada visión que tuvo el mariscal sobre la Europa de los 30. La Guerra de Invierno mostró al mariscal como un comandante competente, que supo dar respuestas a situaciones críticas en las primeras semanas, ante un enemigo infinitamente superior. Lamentablemente la geopolítica, la debilidad de los países vecinos y las promesas que cayeron en el vacío de los Aliados, impidieron que una ayuda sustancial le permitiera a Finlandia conservar los territorios históricos de tiempos del Gran Ducado.

 

La amenaza cierta que Finlandia corriera la misma suerte que los Estados Bálticos, promovió un acercamiento con el III Reich, con limitaciones gracias a los consejos prudentes de Mannerheim. El ataque soviético motivó la respuesta militar finlandesa, y fueron ocupados los territorios arrebatados en 1940 y un espacio que brindara seguridad al dispositivo defensivo montado por las Fuerzas de Defensa. La política, la amenaza de ser invadidos por Alemania, impidieron la posibilidad de salir del conflicto. Las negociaciones con la Unión Soviética entre 1943-1944, a través de conversaciones informales, potenció la desconfianza hacia Moscú, que tenía planes ciertos de anexar el país. El mariscal Mannerheim tuvo que hacer frente a la ofensiva a gran escala de 1944. Fueron dos meses sumamente oscuros, donde el destino de la nación se jugaba su existencia. El propio Mariscal sostuvo en sus memorias que la paz que impondrían sería pesada y dolorosa, pero el objetivo final era conservar la independencia nacional y la democracia parlamentaria.  El golpe inicial fue tremendo, dado la disparidad de medios entre los adversarios.  Una excelente organización, adiestramiento, y liderazgo salvó al país de la catástrofe. Las operaciones ordenadas por el mariscal, a pesar de los descalabros iniciales, permitió lanzar las contraofensivas que se coronaron con grandes victorias, no solo en el campo de batalla, sino en lo político. El daño sufrido y la necesidad de destinar recursos a la ofensiva contra Alemania, llevó a Moscú aceptar negociar, con duras condiciones, pero el país estaba salvado. La calidad del entrenamiento, el concepto de  “ejército ciudadano”, las capacidades industriales nacionales en materia de defensa, y la excelente organización forman parte del legado del Mariscal y de las duras pruebas que tuvo que sortear el país en el pasado.

 

La breve presidencia de Mannerheim fue difícil, al tener que hacer frente a la comisión de control aliada, las reparaciones de guerra, pero su país mantuvo su ansiada independencia. Sin ninguna duda, más que un brillante conductor militar, fue un estadista que supo comprender el tiempo que le tocó vivir.

 

                     




[1] El Gran Ducado de Finlandia, titulo que fue creado en 1560 por el rey sueco Johann, desde de la Edad Media, especialmente su  frontera oriental – Carelia – fue escenario de conflictos con los rusos.  La paz de Nystadt de 1721, terminó con el dominio sueco del Báltico y expuso a Finlandia a los ataques provenientes de Rusia.

[2] La Gran Guerra del Norte, que terminó con la derrota sueca de Poltava, llevó a la Paz de Nystadt, donde Suecia dejó de ser la primera potencia del Báltico. A partir de este momento el país se vería en constantes incidentes fronterizos, como la guerra de 1741-42, donde la ocupación rusa fue conocida como la “gran Rabia” y significó la pérdida de territorios.

[3]Polonia habia sido repartida entre sus vecinos en diversas oportunidades, la última en 1815, una gran parte quedó como “reino” bajo dominio ruso. Recién en 1919, Polonia sería reunificada y libre.

[4] Japón surgió como potencia, y en la batalla de Tsushima, fue un hito donde el acorazado se transformó en el arma principal de todas las Armadas. en dicha batalla la flota rusa del Báltico, fue destruida.

[5] La autonomía se habia visto reforzada en 1906 con la elección del primer parlamento por sufragio universal. La política centralizadora de Nicolas II llevó a la disolución del ejército finlandés y en 1914 a mayores recortes de la autonomía, restablecidas avanzada la guerra.  Sectores nacionalistas habían comenzado a reclutar voluntarios que marcharon hacia Alemania creando un batallón que sería el germen de las futuras fuerzas armadas.

[6] el ejército fue disuelto en 1903, luego de haber existido desde mediados de 1860. Incluso el país contó con su propio servicio naval, disuelto en 1890.

[7] Región que abarca el norte del pais.

[8] Los guardias rojos eran unos 30.000 apoyados por unos 10.000 soldados rusos, que en la práctica no fueron de gran ayuda. Frente a ellos había 10.000/15.000 efectivos blancos, de los cuales había menos de un centenar de cuadros suecos, y 1900 jaegers.

[9] Las fuerzas blancas llevaron a cabo con éxito el desarme de la guarnición rusa de las Islas Aland. Allí se vivieron momentos de tensión, dado que Suecia envió una expedición que desembarcó fuerzas en la isla de Eckerö  El cuerpo Nystad, que respondía al mando finlandés, luego de una maniobra engañosa, dado los serios problemas de comunicaciones con Vasa, fue evacuado, mientras que los rusos, los suecos le dieron un plazo más prolongado.  Estos fueron desarmados por una expedición naval alemana que ocupó las islas.  Pero el conflicto estaba abierto, Suecia promovía la idea de anexión de las islas, dado que estaba poblada por suecoparlantes. En respuesta a ello, Mannerheim designó como gobernador militar al coronel Hjalmar vos Bonsdorff. 

[10] Importante centro industrial del centro del país. Considerada esta batalla una de las mas grandes ocurrida en suelo escandinavo.

[11] Los alemanes desembarcaron en Hankö con su División Mar Báltico, con unos 7.000 efectivos al mando del general van der Goltz. Estos avanzaron rápidamente hacia Helsinki, llegando el 13 de abril, lo que provocó la huida del gobierno de Kullervo Manner, lider del bando rojo. Los alemanes atacaron por mar a las tropas rojas. Los rusos estaban en retirada y sumamente desmoralizados. La guerra finalizó el 16 de mayo con la retirada final de los rusos del Istmo de Carelia. El gobierno comunista, liderado por Manner había huido a San Petersburgo.

[12] Librada en por el rey Gustavo Adolfo de Suecia, en 1632.  Brillante conductor militar, en donde la caballería finlandesa tuvo un papel destacado.

[13] Ascendido a mariscal de campo en 1933, luego de ser reincorporado al servicio activo en 1931.

[14] Estonia, Lituania, Letonia, firmaron acuerdos de no agresión y la cesión de bases militares. Esto abrió las puertas a la ocupación y luego a la imposición de gobiernos comunistas. Millares fueron deportados y asesinados en los gulag soviéticos.  

[15] La Guardia Cívica, heredera de los guardias blancos, era una organización voluntaria con funciones territoriales y tenía su propio jefe, dependiente de Comandante en jefe.

[16] El jefe de las fuerzas terrestres, era a su vez el jefe del Estado Mayor del Comando en Jefe de las Fuerzas de Defensa;

[17] La invasión estuvo a cargo de 300.000 efectivos con más de un millar de tanques, frente a 120.000 finlandeses.

[18] Desde la creación de las fuerzas de defensa, siempre han tenido un comando conjunto, siendo el máximo responsable el comandante en jefe de la defensa, que contaba con su Cuartel General, que estaban subordinados los responsables de las tres armas

[19] Las malas cosechas, que generaron muchas penurias a la población civil, también  le costo la vida a decenas de miles de prisioneros de guerra e internados, lo que ocasionó airadas críticas. Cabe destacar que murió un tercio de los 64.000 prisioneros, muchos de ellos llegaron en un mal estado, dado las deficiencias que había en el Ejército Rojo.

[20] Stalin no respetó las leyes del derecho humanitario, el estado de los soldados finlandeses prisioneros era calamitoso. Y el grueso de los prisioneros tomados antes de 1944, había muerto por el pésimo trato recibido.

[21] Poco se sabe, pero Finlandia tuvo pilotos extraordinarios verdaderos ases.

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