Guerra de Guerrillas en los cielos de África (Biafra 1966-70)
La Guerra de Biafra fue más que un
conflicto étnico, sino un escenario donde empresas petroleras intentaron hacer
valer sus intereses. Famosas fueron las escenas de hambre, que impulsó tiempo
después a crear ONG famosas como Médicos Sin Fronteras. También fue campo para
tropas extranjeras, donde se desplegaron varios miles de mercenarios, y donde
por iniciativa de uno de ellos, fue
creada la curiosa Fuerza Aérea de Biafra, que a pesar de ser diminuta, generó
serios daños a las fuerzas nigerianas.
Por el Dr. Jorge Alejandro Suárez Saponaro
Director de Diario El Minuto para Argentina
Las
fronteras de muchos países africanos encerraron a grupos étnicos, que poco
tenían que ver entre sí. Un ejemplo fue Nigeria, formado por cuatro regiones,
dos en el norte, islamizadas, y dos en el sur, cristianizadas en parte. Los
británicos unificaron a principios del siglo XX, el Protectorado del Norte de
Nigeria, con la Colonia de Nigeria, colocando bajo una sola autoridad a
poblaciones distintas y realidades económicas también diferentes. La Segunda
Guerra Mundial promovió de alguna manera el nacionalismo local y finalmente en
1960, la Federación de Nigeria, se independizó de Gran Bretaña. La economía
siguió con la presencia de empresas como Unilever, Shell, Exxon, ligadas estas
últimas a la creciente riqueza petrolera, ubicada en el sur del país. En 1963,
fue proclamada la República y por un breve período el país conoció un breve
lapso democrático. La inestabilidad derivada de partidos políticos de base
étnica, llevó al coronel Ironsi, a dar un golpe de estado en 1966, aprovechando
el caos resultante de un intento fallido anteriormente. Promueve los intereses
de Estados Unidos en materia petrolera, suprime el régimenj federal, lo que
desencadena fuertes disturbios y matanzas de ibos en el norte, estimándose unos
30.000 muertos. Este grupo étnico, cristianizado tenía fuerte presencia el
comercio y por ende su influencia política, generando tensiones con las
poblaciones islamizadas del norte. La política de Ironsi, provocó un nuevo
golpe de la mano de Yakuvu Gowon, de la etnia hausa, que restablece de nombre
el régimen federal e intentó revertir medidas de Ironsi. El gobernador de la
región Oriental, Chukwuemeka Odemegwe Ojukwu, un coronel de origen ibo, rechazó
el golpe de Gowon, como las medidas de dividir dicha región en tres estados
federados, buscando impedir que los ibo tuvieran mayor peso político. El 30 de
mayo de 1967, la Asamblea de la región Oriental, proclamó la República de
Biafra, dando inició a una cruenta guerra.
La ofensiva de las fuerzas biafreñas tuvieron algunos éxitos, como la
toma de la ciudad de Benín, acercándose a cientos de kilómetros de la capital
federal, Lagos. La contraofensiva vino de la mano del coronel Benjamin Adekunle,
conocido como Escorpión Negro, en el mes de septiembre.
La
operación Garra de Tigre en octubre de 1967, tuvo de nuevo como protagonista al
coronel Adenkule, en una ofensiva que tuvo como resultado la captura de la
ciudad de Port Hacourt, no exento de duros combates, que le costaron a las
fuerzas federales nada menos que 5.000 bajas entre muertos y heridos. Apostando
a la superioridad numérica, los nigerianos buscaron doblegar a los biafreños.
La captura de su capital Enugu, no significó el derrumbe de la república
rebelde, todavía quedaba un largo camino y miles de muertes para terminar con
la crisis. El general Ojukwu, flamante presidente de Biafra, impuso una regla
de terror ante las derrotas de los comandantes biafraños. Muchos fueron
fusilados y esto generó serios
contratiempos. Los problemas de conducción,
la inexperiencia de los cuadros biafreños, y la ejecución inmediata de aquellos
que sufrían un revés, impedía el aprendizaje de estos oficiales. La captura de los campos petroleros, privó a
Biafra de fuentes de financiamiento.
Ambos bandos llevaron a cabo matanzas de grupos étnicos sospechados de
apoyar a uno u otro, por ende las atrocidades fueron por igual tanto para las
tropas biafreñas como nigerianas. Hacia
mediados de 1968, el cerco sobre Biafra era una realidad y dependería de su
existencia de un débil puente aéreo.
En
este conflicto, se mezclaron intereses de grandes corporaciones petroleras,
como de las antiguas potencias coloniales, Gran Bretaña y Francia. Esta última,
no veía con buenos ojos la posible creación de una potencia regional
angloparlante, a través de Gabón y Costa de Marfil, se canalizó ayuda militar a
los biafreños, que incluyeron la llegada de tropas mercenarias. Las fuerzas
federales lograron reclutar 100.000 efectivos, sus medios aéreos, contaron nada
menos que aviones Mig 21, Su 7, y bombarderos
Canberra tripulados por mercenarios británicos y egipcios. La ayuda a
Biafra incluyó algunos veteranos bombarderos B 26 de la Segunda Guerra Mundial,
armamento portátil y municiones, que viajaban en aviones, que
“oficialmente” llevaban “máquinas de
escribir” Los biafreños reclutaron un
ejército de 40.000 efectivos, que logró sus éxitos iniciales, pero ante la
superioridad de las fuerzas federales nigerianas, paso a la defensiva. La
presencia de 3.000 mercenarios liderados por el ex oficial alemán y legionario
francés, Rolf Steiner, no logró cambiar la balanza. No hubo grandes batallas, sino golpes y
contragolpes. Ante la imposibilidad de lanzar una ofensiva a escala y terminar
con el problema, el gobierno de Nigeria apostó a un bloqueo, que provocó un
drama humanitario que dio la vuelta al mundo.
Hábilmente el presidente de Biafra, general Ojukwu, contrato una agencia
de prensa, especialmente para retratar el drama que estaban viviendo y buscar,
por medio de una hábil propaganda apoyo a la causa biafreña, que de por sí,
tenía pocos simpatizantes, y casi nadie los había reconocido, con excepción de
Tanzania y algún otro estado africano.
La
capacidad aérea de los nigerianos dejó fuera de servicio e inutilizables la
casi totalidad de los aeropuertos, salvo el de Uli, que por cierto estaba en
muy mal estado. Esto exigía hacer algo urgente contra el poder aéreo
nigeriano. En 1968, ante las pérdidas de
aviones de transporte que abastecían a la bloqueada Biafra, hizo que muchos
mercenarios, comenzaran a negarse a continuar con sus compromisos. Era el año
1968, cuando hizo aparición el conde sueco
Carl Gustav von Rosen, aventurero que había protagonizado acciones
dignas de una película en la Segunda Guerra Mundial, apoyando la causa aliada,
y luego ser artífice de la creación de la Fuerza Aérea de Etiopía, dado su
estrecha amistad con el último emperador de dicho país, Haile Selassie. Von Rosen pensó en formar una flotilla de
aeronaves ligeras y librar una suerte de guerra de guerrillas aéreas. Fueron
adquiridos cinco avionetas con motor de 100 CV a la sueca Malmo Flyg, conocidos
como Minicon. Por su tamaño y prestaciones eran fáciles de operar, mantener y
para eludir la vigilancia radar de los nigerianos. Oficialmente, el gobierno de
Tanzania, que apoyaba la causa de Biafra, adquirió cinco aeronaves Mincon. En Francia, los aviones
recibieron modificaciones, especialmente en su sistema eléctrico que de 12 V
pasó a 24 V, para poder instalarles lanzacohetes. Desarmados los aviones,
fueron enviados al África, junto con un piloto de la empresa fabricante, Per
Hezelius, que para su sorpresa, no estaba en Tanzania, sino Gabón, otro de los
estados que apoyaban a Biafra. Von Rosen le comentó la situación, que los
aviones no eran para instrucción, sino para su empleo en la guerra. Hazelius
hizo las maletas y regresó a Suecia. Von Rosen contaba solo con cuatro suecos, destacándose, los pilotos Martin
Ling, instructor de vuelo, y Gunnar Hagglund, con muchas horas al servicio de
una importante empresa de aceros sueca. Los otros dos ciudadanos suecos eran
mecánicos. Por parte de Biafra se incorporaron dos pilotos, entre ellos
Augustos Opke, jefe de la Fuerza aérea en miniatura de Biafra, el otro piloto
local era Willy Murray-Bruce.
Los
aviones habían sido modificados con un nuevo sistema de alimentación eléctrica
que les permitía operar con dos lanzacohetes, además de tanques suplementarios,
que le daban una autonomía de ocho horas de autonomía. Los Minicon, hábilmente
pilotados y conducidos, volando al ras de las copas de los árboles, aparecían
de golpe, sorprendiendo a los aviones de la Fuerza Aérea de Nigeria en tierra,
generando serios daños. En cierto punto recuerda, el tipo de guerra librado por
los llamados “Tigres Voladores”, pilotos de Estados Unidos contratados por el
gobierno chino en la Segunda Guerra Mundial, para lidiar con la amenaza
japonesa. El trabajo en equipo, el planeamiento y una hábil explotación del
factor sorpresa dieron su resultado, generando serios contratiempos a los
japoneses. La Fuerza Aérea de Biafra, con medios mucho más modestas, aplicó el
mismo concepto. En pocos meses la mitad de los medios aéreos nigerianos fueron
destruidos. Entre ellos los preciados Canberra cayeron bajo los cohetes de los Minicon, incluso un Mig fue destruido en
plena carrera de despegue, por esta peculiar fuerza de avionetas. La actividad
de esta guerrilla aérea, generaba temor en los artilleros antiaéreos
nigerianos. Cabe destacar que el pésimo entrenamiento del personal aeronáutico
nigeriano, junto con la incompetencia de los egipcios, favoreció la actuación
de esta escuadrilla. Los éxitos no
sirvieron de mucho, Biafra, cercada y con miles de personas muriendo por
hambre, con la retirada de los mercenarios de Steiner, se derrumbaba. Los
“intereses inconfesables” seguramente habrían llegado algún tipo de acuerdo, y
por ende a Biafra la abandonaron a su suerte, por ende era cuestión de tiempo
su derrumbe. En enero de 1970, Ojukwu emprendió el exilio, y su sucesor,
Phillpi Effong negoció la rendición, tras 32 meses de guerra, más de 500.000
muertos y millones de desplazados.
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